jueves, 15 de julio de 2010

Preparando el verano

Daniel va a estar de vacaciones pronto. En agosto cierra la guardería. Para el niño será estupendo, pero para sus padres no tanto. Vamos a tener que hacer filigranas para tener todo cubierto. Este año, por suerte, me han dado tres semanas en aagosto, el próximo año dios dirá.

Lo malo es que la semana que tengo que trabajar también la tiene que trabajar Raúl, así que ahí tenemos un pequeño problema. Las opciones son que se lo lleve a su madre al pueblo (que ya estará de vacaciones) y se vuelva a Madrid a trabajar o que se vaya él también al pueblo y teletrabaje desde allí.

Ninguna de estas soluciones es muy satisfactoria porque las dos siginifica tener a Daniel lejos una semana entera. Pero así es la vida y hay que organizarse. No me quiero ni imaginar cuando el niño vaya al colegio y tenga todas esas vacaciones que tenía yo de niña. Pero lo mejor es ir solucionando los problemas según vayan surgiendo.

Este año nos vamos a ir a los pueblos de las madres porque así ahorramos y no nos pegamos la paliza como en otras vacaciones. La verdad es que sido una temporada matadora y necesitamos paz y descanso. Aunque con el enano por ahí danzando no sé hasta que punto vamos a poder disfrutar de algo de tranquilidad, a pesar de tener a las abuelas dispuestas a echar un cable con él.

Cuando empecé a plantearme la temporada estival lo flipé un poco y decidí transformar uno de los cuartos en habitación de juegos, pero luego caí en que íbamos a estar poco en casa. Ahora me ha dado por buscar juegos educativos que pueda hacer con mi bebé para que se divierta y aprenda. ¡Qué típico de los padres! Pero a estas edades hay muy pocas cosas que podamos hacer. Sólo animarlos a que se muevan y hablen. Y Daniel no necesita mucha motivación. No para y hay que ver el torrente de sonidos que sale ya de su boca. Por fin dice "ma", lo malo es que también ha aprendido a decir "no". Aunque por supuesto aún no es consciente de lo que dice.

¡Qué ganas de que lleguen las vacaciones de una vez! Aunque por otro lado, pasar tanto tiempo con Daniel tiene su puntillo aterrador. ¡Es un terremoto! A ver si sobrevivo a agosto.

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