miércoles, 10 de noviembre de 2010

Queda inaugurada la edad de las perretas


Ahora sí que han empezado a darle perretas de verdad. Lo de antes eran simples enfaditos. Pero el otro día se desató toda la fuerza de Daniel. Gritaba, lloraba, pataleaba, se convulsionaba... ¿Yo ya no sqabía que hacer! Encima le dió el ataque en casa de mi suegra. Ya podía haber sido en la intimidad.
Le cogía, le hablaba cariñosamente, le alcanzaba el chupete... y el me lo tiraba a la cara y seguía revolviéndose como una venado. ¡Si ni siquiera podía sujetarle! Empezaba a preocuparme de verdad. ¿Le dolería algo al pequeñajo? ¡Qué le pasaba que no encontraba consuelo en nada! Finalmente, mi suegra me sugirió que me lo bajara al jardín de la zona común de su edificio. A lo mejor así se calmaba. Dicho y hecho. Fue salir por la puerta y sdufrir el enano una transformación mágica. Ni gritaba, ni lloraba, ni se convulsionaba, ¡incluso sonreía!
Se recorrió la zona con gran alegría. Yo notaba como crecía en mi interior un sentimiento de "Este niño me está tomando el pelo" muy frustrante, pero si hasta hace un momento parecía que lo estaban matando y yo lo había pasado fatal angustiadísima por ese pequeñajo que ahora brincaba tranquilamente y se agachaba a arrancar el cesped con sus manitas.

Cuando consideré que ya llevábamos suficiente tiempo pasando frío le cogí en brazos para subir de nuevo. Y volvió la perreta. Lo metí en el ascensor como pude y luego en casa de mi suegra a trompicones. La pobre se preocupó un poco por el pequeño, pero estaba deacuerdo conmigo en que lo que tenía era tontería. Así que lo dejamos en el suelo y no le hicimos caso hasta que se cansó de patalear.

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