viernes, 10 de diciembre de 2010

Discrepancias

Y seguimos sin ponernos deacuerdo mi maridín y yo. Qué difícil es criar a un niño entre dos. Resulta que el otro día le pido que me vigile al bebé mientras comía, porque yo estaba liada con otra cosa no menos importante.

Cuando salgo de la cocina me encuentro al pequeñajo masticando solito en el salón. ¡Qué disgusto! Y si se atraganta... ¡Qué! Raúl me miraba como si le estuviera hablando en chino.

Igual que en muchas otras ocasiones en las que mi lógica me dicta una cosa y la suya otra. Por ejemplo, yo pienso que hay que hacer el menor ruido posible cuando duerme el pequeñín y Raúl que hay que hacer mucho ruido para que se acostumbre. Claro. Cómo luego no es él el que se tiene que levantar en medio de la noche a atender a un niño sobrexitado...

Yo le riño por unas cosas y él por otras. El caso es llevarme la contraria. Pero es lo que hay y lo que sucede en muchas familias. Es muy difícil pensar igual. Espero que Daniel supere el trauma de tener dos padres tan diferentes. Estoy segura de que sí. Y que incluso los usará en nuestra contra para salirse con la suya. ¡Menudo es este pequeñajo!

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