lunes, 25 de abril de 2011

Daniel y los libros

Otro estupendo Día del Libro. Aunque deberíamos decir Semana del Libro porque todas las tiendas han desplegados sus ofertas y descuentos a bombo y platillo desde hace unos cuantos días. El caso es que esta vez no he podido ir a elegir los libros con Daniel porque estaba en el pueblo en ese momento, pero no podía romper con la tradición así que  no perdí tiempo y me fui a adquirir bellos ejemplares para bebés de 18 meses.
Como era de esperar pasó lo de siempre. Me fue imposible elegrir y acabé con cinco publicaciones en mis manos. Dos eran pequeñitas y manejables para que él pueda mirarlas a su antojo. Otro libro era muy grande y tenía figuras de plasticos de animales para interactuar con la historia. Éste la encantó. Y los dos últimos eran para el baño. Los protagonistas eran una pez, en uno, y un cangrejo, en el otro, que enrealidad eran esponjas. Así se podían pasear por el cuento y restregar la piel del niño según la ocasión. Todos preciosos. Realmente era imposible elegir.

Parece que a Daniel se le está pegando el amor a los libros de sus padres, aunque por ahora sólo señale las imágenesy emita sonidos mas o menos indeterminados. A ver que pasa cuando por fin aprenda a leer.

sábado, 23 de abril de 2011

Vuelve mi hombrecito

Por fin tengo a mi niño conmigo de nuevo. Cuando entró por la puerta se quedó mirándome sorprendido y luego se echó en mis brazos con un  sentido "maa... ma...". Estuvo un buen rato dándome abrazos y besitos. Me contaron que mientras estuvo en el pueblo había veces que señalaba el teléfono con su dedito mientras me nombraba. Parece que me ha echado tanto de menos como yo a él.

El primer día que le fui a recoger a la guardería y le llevé al parque me costó un poco. Porque Daniel no para de correr y caerse entre los columpios y es muy cansado perseguirle en todo momento, pero ya me he vuelto a hacer con la rutina.

Al peque no le ha costado nada volver al cole. Se lo debe pasar muy bien con sus profesoras y el montón de juguetes que tienen desparramado por el aula. Después de una semana de vacaciones pensé que lloraría, pero me dijo su padre que las profesoras estaban recibiendo a los bebés en la puerta y que no le dio tiempo a reaccionar cuando ya estaba siendo abrazado y besado por una de ellas. Momento que Raúl aprovechó para escabullirse sin espectáculos dramáticos.

miércoles, 20 de abril de 2011

De rodríguez y sin un minuto libre

Otra vez sin niño en casa. Ya he planeado un millón de cosas que tengo que hacer relacionadas con trabajo, coladas, limpieza, orden... En cuanto a ocio, relax y tiempo libre cero. Sólo tengo cinco días para hacer todo aquello que he ido dejando durante meses. Ni siquiera cuento con todo el día porque tengo que ir a trabajar, que por eso no estoy ahora mismo con Danielito en el pueblo.

Mi vastago vuelve el sábado que viene y éste domingo llegué tan cansada del fin de semana que que aproveché para descansar un poco. Lo que se traduce en que me metí en la cama por la tarde y amanecí con el "bip bip biiiip" que me indicaba que ya tocaba ir a la oficina.

La verdad es que hecho mucho de menos a mi chiquitín, pero no me da tiempo de pensar en él con todas las cosas que tengo que hacer. Casi me canso menos cuando está conmigo. ¡Qué estrés!

martes, 19 de abril de 2011

Otra vez a cortar melenas




Otra vez le hemos cortado las melenas a nuestro chiquitín. Ya tenía otra vez largo 'Hippie'. Está guapísimo de cualquier manera, pero como han llegado unos días de calor hemos decidido descargarle de un poco de peso en la cabeza.

Raúl llevó su maquinilla a Covarrubias y se empeñó en que yo le cortara el pelo a él primero para que el chiquillo perdiera el miedo al aparato. Daniel nos miraba con curiosidad mientras yo rapaba a su papá. Pero cuando le tocó el turno a él fue otro cantar. Ya no le hizo tanta gracia. Se retorcía y gritaba angustiado, aunque su madre estaba ofreciéndole su mejor repertorio de Cantajuegos. Al final se tranquilizó. Supongo que se acostumbró al ruido de la maquinilla. Y su padre pudo cortar y recortar con más tranquilidad, aunque no todo lo que él quisiera porque el chiquillo también se cansó pronto de estar sentado.

El caso es que quedó guapísimo. Mucho mejor que cuando me tocó perseguirle por toda la casa con una maquinilla inalámbrica.

domingo, 17 de abril de 2011

Fin de semana en Cova

Otra vez llevando al pueblo al pequeñajo. Ahora el motivo es la semana santa. ¿Por qué tendrán tantas vacaciones los niños y tan pocas los padres? Y esto no ha hecho mas que empezar. Cuando empiece el colegio se nos va a ir el dinero en cursillos vacacionales.

El caso es que nos fuimos el fin de semana a Covarrubias para dejar al niño. Allí se lo pasa muy bien. La casa tiene un patio trasero que le viene muy bien para explayarse y el padre se lo llevó en bici por las mañanas a dar vueltas por la zona. ¿Qué mas puede pedir un bebé inquieto como él? A este respecto Raúl me contó un par de anécdotas con las que me reí muchísimo. Dice que una vez iba tan feliz en la bici parando en los lugares más representativos e indicándole a su hijo  que el pensaba que le podían interesar en plan: "Mira Daniel, la Ermita... Y allí el puente... Ahora nos dirigimos a un pueblo que te va a encantar....". Las palmaditas que le daba su hijo en la espalda le animaban a seguir comentando el paseo. Cuando, de repente, se le ocurre girar la vista al asiento para bebés y se encuentra a Daniel profundamente dormido con la cabeza colgando hacia delante y golpeándole la espalda con el casco. Debió ser una escena genial ver al padre hablarle a su hijo sopitas. En otro momento Raúl se afanaba para subir una cuesta. Medio asfixiado. Dándolo todo, cuando de repente nota unas palmaditas en la espaldas. Esta vez sí que erán de verdad. Daniel quería velocidad: ¿Qué pasa que no avanzamos? ¡Lenturrio!" Y su padre con la lengua fuera.

También se lo pasó genial recorriendo el pueblo con su pequeña moto de juguete y tirando piedrecitas en el río. Además de ayudar a su bisabuela a regar las plantas. Que serio cogía la regadera para que se la llenaras de agua y corría hacia las macetas para vaciarla.

La nota mala la puso el frío. Por las noches yo me helaba y sufría por el pobre Daniel, que dormía fatal a causa del aplastamiento de las mantas que no hacía mas que ponerle encima. Finalmente descubrimos que la calefacción estaba estropeada y Chari, su abuela, encontró un edredón para bebés de la hermana de Raúl que pesaba muy poquito y abrigaba mucho. Menos mal.

Me fui con mucha pena porque mi niñito se quedaba allí y yo no podía estar con él. Aunque sabiendo que me iba a echar poco de menos por lo bien que se lo iba a pasar en sus vacaciones.

sábado, 16 de abril de 2011

Daniel va a tener un hermanito


Otra vez embarazada. Y parece que estoy teniendo la misma suerte que la primera vez. Ni naúseas, ni vómitos, ni mareos. Ya son cuatro meses engordando barriga con el hermanito o hermanita de Daniel. Aún no sabemos si será niño o niña.

Esta vez el sueño no me ha ha golpeado como un mazazo. Cómo lo llevo de serie desde que nació Daniel, no he notado gran diferencia. Eso sí, no me puedo permitir el lujo de echarme un ratito como cuando llevaba a mi primogénito en la tripota. Ahora tengo que ocuparme del pequeñajo todas las tardes, excepto alguna en la que me toca trabajar. Así que no hay tiempo para vaguear ni para lamentarse por alguna molestia o dolorcillo.

Lo que me tiene muy preocupada es que mi chiquillo es muy activo y me mete unas palizas tremendas. Además, tengo que agarrarlo o cogerlo cada dos por tres porque no tiene una idea buena o se me escapa al galope del parque. Espero que el nuevo aguante el tute porque es algo que no se puede evitar.

Cuando lo que quiere el pequeño son mimos, lo siento en mis rodillas y le doy todos los abrazos y besos que me pide sin aguantar su peso... Por mucho que se empeñe en que le sostenga en vilo. Pero con las perretas es otro cantar. En ese momento hay que agarrarlo como sea y llevarlo a donde toque, ya sea meterlo en casa a la fuerza porque quiere seguir callejeando, sacarlo de la bañera en volandas porque quiere seguir jugando o embutirlo en la ropa sin dejar que se escape como dios le trajo al mundo a corretear por toda la casa. Arrastrarlo hasta su camita tampoco es fácil.

Cada vez que el tocólogo me dice que evite hacer esfuerzos me entra la risa, pero no una amable sino mas bien histérica. ¡Cómo puedo evitarlo si tengo que cuidar a un niño de un año y medio! En el resto de aspectos de mi vida intento tomarme las cosas con calma, pero tengo que ir a comprar al supermercado o agacharme para recoger juguetes, entre otras mil cosas.

Lo cierto es que el segundo embarazo no tiene nada que ver con el primero. Ya me lo decían otras madres que han pasado por esta experiencia. No hay tiempo de contemplarse la barriga. Y cuando nace debe ser un shock. De repente dos pequeñajos a tu cargo. Mejor no me paro a pensarlo hasta que llegue el momento.

Daniel todavía no se da mucha cuenta de lo que pasa. Aunque le llama la atención el barrigón de su madre. Me da besitos y me hace pedorretas cerca del ombligo. Le he enseñado que ahi dentro está el hermano, aunque seguro que no se entera de lo que le digo. Le pregunto: "Daniel ¿dónde está el hermanito?" y me señala muy contento la tripa. Me temo que cuando llegue el momento va a coger unos celos terribles. Intentaré implicarle en el cuidado del nuevo, pero con dos añitos recien cumplidos, que tendrá por entonces, no va a ser tarea fácil. Todo sea porque dentro de unos años jueguen juntos y se tengan el uno al otro. Aunque me imagino que las peleas van a ser sonadas.

Las dos primeras fotos son de Carlos Martínez (http://www.cmtz.es/).

viernes, 15 de abril de 2011

Una lucha constante


El 90% de los padres no se enteran de nada. Hay excepciones como la de mi hermano, que le encanta cuidar de su hija y le dedica mucho tiempo a aprender sobre el tema. Pero la inmensa mayoría están como en una nube. Mi teoría es que, al no llevar al crío en su vientre nueve meses no llegan a entender lo que significa cuidar a un bebé. Y desde luego, no entienden en absoluto por qué las cosas ya no pueden ser como antes. "¿Ahora ya no puedo ir con mis amigos a tomar cervezas cuando quiera? ¿Por qué casi nunca salimos a cenar o al cine? ¿Estas segura de que no podemos chuparnos miles de kilómetros con el coche parando en cada pueblo que nos llame la atención este fin de semana? ¿Cómo que ya no puedo disponer de mi tiempo a mi antojo?" Y las madres ponemos los ojos en blanco porque esas cosas ni se preguntan. Ahora tienes un bebé que te necesita, necesita tener unos horarios y momentos de descanso. No le puedes agotar al máximo aunque el enano se preste a ello voluntariosamente. Nadie te obligó a tener un hijo.

Estas conclusiones salen de mis conversaciones con las madres del parque. Como no podía ser de otra manera. Cuando les cuento la última ocurrencia de Raúl asienten con resignación y me aseguran que a ellas les pasa exactamente lo mismo. "Raúl no viste al niño de la forma adecuada según el tiempo" me quejo, "Pero tu has visto al mio, si parece un  payasete, estoy pensando en meter a mi marido en un cursillo acelerado de buen gusto" me responde una madre. "Raúl no me llama cuando sabe que va a llegar tarde para que me organice" me lamento, las risas de mis compañeras hieren mis oídos "Yo no cuento con mi marido para nada" me suelta una, "El mio se enfada cuando le digo que esa noche no puede salir a correr como hacía siempre porque hay que bañar al niño" asegura otra. "Pues Raúl no entiende porqué no se puede ir una noche a tomar cañas con los amigotes llevandose a su hijo (y conmigo claro, para que se lo cuide)", aquí hay variedad de opiniones, unas claman al cielo, otras dicen que ellas se han llevado algún fin de semana al niño para tener un poco de vida... En fin, que cada pareja es un mundo. Pero en ese pequeño mundo lo que está claro es que ambas partes parecen el gobierno y la oposición. Nunca se ponen deacuerdo.

martes, 12 de abril de 2011

Daniel y los perros

Lo de Daniel con los perros es amor a primera vista. Ve uno y corre hacia él gritando "guo guo", que quiere decir "guau guau". Afortunadamente su madre suele estar cerca para salvaguardar el pobre canino de sus garras. Los dueños suelen malinterpretar mi gesto y aseguran ofendidos que sus perros son totalmente inofensivos. No lo dudo, pero es que Daniel sí que muerde. Y arranca pelos. Hay que tener un cuidado...

El otro día en el parque atemorizó a un pequeño animalito. Su dueño me aseguraba que le tenía miedo a los niños, pero aún así animaba a Daniel a perseguirle. Al final el perro se lo tomaba como un juego e incluso esperaba a que el niño estuviera muy cerca para salir corriendo escopetado. Mi chico agarró decidido la correa y lo paseó de una forma poco ortodoxa. Así estuvimos un buen rato provocando las risas del dueño, hasta que entró en escena un mastodonte peludo. En cuanto lo vió a Daniel se le iluminaron los ojos. Le agarré presta, pero ya estaba la dueña con el consabido: "Es muy manso".

Cansada de forcejear dejé al chiquitín que lo acariciara. El pequeño no se contentó con eso y se abrazó al perrazo con ansia para mayor babeo de la dueña, que encontró el gesto muy tierno. El animal que no entendía nada siguió con su paseo como si tal cosa con un niño agarrado como una lapa a su lomo. La verdad es que el perro era un santo. Vaya lagrimones soltó Daniel cuando se fue. "Se tiene que ir a su casa, cielo" intenté consolarlo yo con escaso éxito. Menos mal que siempre hay otra cosa de su interés que logra captar su atención y le despista.

Lo de los perros suele ser general en todos los bebés. Siempre hay alguno en el parque despidiendo desconsolado a uno, mientras su madre lo agarra para que no se acerque demasiado.

domingo, 10 de abril de 2011

Daniel se despide de la cuna

Ya hemos jubilado la cuna. Hacía tiempo que el niño se acurrucaba en la cama cuando llegaba la hora de ir a dormir y lloraba cuando le metíamos entre barrotes. Además, teniamos que devolverla en un mes o así porque su dueña iba a tener otro hijo. Así que no vimos excusa mejor y lo preparamos todo para que nuestro Danielito diera otro paso de gigante en su carrera infantil. Le sacamos la cama nido a ras de suelo para minimizar el riesgo de caída gorda y le compramos un estupendo edredón nórdico.

Raúl se encargó de llevarlo a dormir esa noche. Pensamos que se tumbaría y se quedaría frito, como muchas otras veces. Lo habíamos cansado a conciencia para que así fuera. Pero la novedad pudo con su cansancio y al minuto había abierto la puerta y salido al pasillo tan sonriente. Raúl lo volvió a meter en la cama y el niño volvió a salir. Así estuvieron un rato para deleite del pequeñajo, hasta que mi marido se cansó y lo inmovilizó en la cama con un abrazo de oso. Eso ya no le hizo gracia al chiquillo que empezó a llorar como un descosido hasta que al final le venció el cansancio.

A partir de entonces no es fácil conseguir que el niño permanezca en su cama el tiempo suficiente para que se duerma. Ultimamente hemos vuelto a meterle en el saquito porque ha refrescado por las noches y tenemos más probabilidades de éxito porque así le cuesta mucho más moverse. A ver qué pasa cuando vuelva el calor y tenga las piernitas libres. Espero que para entonces se haya acostumbrado ya a quedarse tumbado en su cama.

viernes, 8 de abril de 2011

Raúl quiere llevar a Daniel en bici

Raúl quiere compartir su hobby de pedalear con su hijo, así que ha comprado un accesorio muy chulo para llevar al bebé a cuestas mientras traga kilómetros. Qué pena que no se pueda encajar en su antigua bici. Ahora se tendrá que comprar una nueva. Este hombre siempre empieza la casa por el tejado.


El caso es que me encanta la idea, aunque por ahora le tenga que pedir la bicicleta prestada a su hermano para llevarla a la práctica. Y parece que a Daniel también le gusta. No será la primera vez que vaya de paquete con su padre. Eso sí, ya le he dicho que ni se le ocurra ir con mi hijo por la carretera. Ya que se ha empezado a gastar el dinero en el tema que lo remate con otro accesorio para llevar la bici en el coche hasta un lugar seguro. Un parque sería lo ideal. Es algo que él ya tenía en mente así que no tengo que preocuparme por nada esta vez.
Por ahora el pequeñín se ha probado el casco y está encantado. Nos costó un mundo quitárselo para que se fuera a dormir.



miércoles, 6 de abril de 2011

La abuela Matilde

Mi madre vino a ver a Daniel. Podría decir que vino a visitarme, pero me temo que su deseo interior era ver cómo había crecido su nieto. Cómo vive en Las Palmas no puede disfrutar de él todo lo que quisiera, pero ahora ha podido resarcirse en estos pocos días que ha estado aquí. Al principio el niño no quería saber nada de ella. Mi madre es un poco brusca y puede superar a un bebé que no la recuerde con suficiente nitidez, pero una vez se hicieron amigos no sabría decir quien era más brutito.

Cómo la abuela llegó por la noche no pudo ver despierto a Daniel hasta más tarde. Lo bueno es que dormía con él, al lado de su cunita, con lo que, en cuanto el niño abrió el ojo en mitad de la noche, aprovechó para pasarlo a su cama con ella.

Dice Raúl que por la mañana Daniel la miraba como pensando "¿Y esta quien es?". Desafortunadamente yo he estado bastante ocupada estos días porque tenía que entregar las páginas del chino y las llevaba un poco atrasadas, así que mi madre ha estado encantada de encargarse del niño. Una vez incluso le fue a buscar a la guardería y lo llevó al parque. No creais que yo me desentendí de Daniel y aproveché la visita de mi madre para olvidarme de que tengo un hjo. Al contrario. Mi madre me reñía por ser demasiado "mami".

Aún por las noches, cuando el niño lloraba, asomaba mi nariz por la habitación por si mi madre necesitaba ayuda. No lo puedo evitar. Me gusta cuidar de mi chiquitín, aunque a veces me agote.

lunes, 4 de abril de 2011

Daniel el glotón

Parece que al niño le encanta comer en general, aunque a veces saca el genio y se niega en redondo a engullir ciertas cosas. Por ejemplo la fruta, que nunca le ha gustado. Entonces hay que armarse de paciencia, hacer un poco el payaso y afinar la puntería. Lo normal es acabar con comida hasta en el pelo.

Lo que más le gusta es la comida normal de adultos. Nada de papillas. Para él que sea cordero, pescado, salchichas, filetes...

Y el biberón sólo se lo toma con deleite las madrugadas que se despierta con un ataque de hambre. Si no es así, lo aparta con la mano después de un par de sorbos. Por la noche está demasiado lleno para bebérselo y por la mañana espera que le demos algo mas consistente como pan, galletas, magdalenas, bollitos...



En el parque se tira a la merienda de los demás niños, a pesar de que él tiene la suya. Le dan fruta en la guardería y después yo le llevo un cargamento de galletas y palitos de pan. A veces le llevo un sandwich o embutido variado. Aun así no desaprovecha cualquier oportunidad para abrir la boca a ver si cae una golosina extra Cómo es tan mono las mamás suelen darle siempre algo (sí, se me cae la baba).


Entre eso y las galletas que me pide no sé cómo cena luego en casa. Ha perfeccionado una técnica para comer mientras juega. Se mete la galleta en la boca, la deshace con la saliva y la va empujando hacia dentro con el antebrazo, así tiene las manos libres para agarrar el juguete de turno, aferrarse a los columpios o parar sus continuas caídas. Si es que va como un loco.



domingo, 3 de abril de 2011

Regalo del padre atrasadísimo

Por fin llegó el regalo que encargué para Raúl por internet. Ha tardado un siglo y encima lo ha recepcionado él mismo, pero como no sabía qué era no pasa nada. Hace siglos pedí una taza con una foto de él con Daniel y que pone "Tengo un papá genial".

El regalo perfecto para el día del padre: barato y sentimental. La verdad es que estoy en contra de los días comerciales señalados, pero desde que tengo hijo caigo como una tonta en todas estas cosas. Al menos, Intento que los regalos sean manualidades o cosas simbólicas. El 19 de marzo, cómo no llegaba la taza, le regalé a Raúl un marcapáginas con un collage de fotos con su niño y el dedito del niño impreso en tinta, que, por cierto, aún no he plastificado. ¡Qué desastre soy!



El caso es que Raúl me puso el paquete delante de mis ojos y me dijo ha llegado esto para ti. Se quedó muy sorprendido cuando le devolví el paquete al grito de "¡Feliz día del padre!" . Al segundo se lo arranqué de las manos. "Que te lo dé Daniel". Arriesgandolo todo le di el paquete al pequeñajo. Menos mal que no le dio por tirarlo al suelo. Su padre fue rápido y lo recuperó intacto. Se sentó con Daniel en el suelo y se dispusieron a abrirlo juntos.



Parece que le gustó a los dos.

sábado, 2 de abril de 2011

La pajita

El otro día se le antojó a Raúl darle una horchata a Daniel. Por mi no hay ningún problema porque este pequeño tragón come ya casi de todo, excepto frutos secos. El único inconveniente venía del lado de la forma de beberse la horchata.

El padre llegó muy contento con una botellita de plástico y una pajita, pero yo caí enseguida en que nunca le habíamos enseñado a beber con pajita. ¡A estas alturas y el niño no conocía las pajitas! Que clase de padres éramos. Si casi tiene dos años (me pasaré los siguientes cinco meses diciendo lo mismo)...

Así que había que subsanar ese error imperdonable y nos pusimos los dos a enseñarle con brío como se succiona. Al principio sopló un poco, pero enseguida le pilló el tranquillo. Si es que cuando el premio vale la pena... Al niño le encantó la horchata y por eso tardó tan poco en aprender a beber en pajita. Hay que saber motivarles.

viernes, 1 de abril de 2011

Llevarse la arena a casa

A Daniel le encanta ir al parque y revolcarse por la arena. Cómo es un temerario suele dar con sus huesos en el suelo más de una vez. Menos mal que la arena es relativamente blandita. A veces le llevo a otro parque que tenga suelo gomoso, pero la amortiguación es peor.

El caso es que cuando le meto en el carrito parece una hermosa croqueta. Al llegar a casa comienza la operación arena del desierto. Abro el grifo de la bañera, lleno el agua de juguetes y me dispongo a desnudar al sujeto. Todo lo sujeto que puedo porque se mueve como una lagartijilla intentando escapar de mis garras para seguir jugando.

Lo peor son los zapatos. Quitárselos es una operación delicada porque detro lleva kilos y kilos de arena. No sé como cabe tanta en un sitio tan pequeño. Los calcetines también son peligrosos con toda la porquería pegada. Los bajos de los pantalones son traicioneros. Nunca sabes cuanto parque te has llevado contigo hasta que les das la vuelta.
Cuando, por fin, te has desecho de toda esa arena. Introducimos a Danielillo en el agua para frotarle y refrotarle. Le quitamos barro, sudor, verdín, babas, mocos... Una fiesta.
Entonces le sacamos de la bañera, le secamos bien, le depositamos en una superficie blandita (mi cama) y procedemos a perseguirle para poder ponerle el pañal, el body, el pijama... Cuando y lo tenemos listo y acicalado sólo nos queda darle de cenar y meterlo en la cuna. Para entonces estoy agotada. Me siento en la cama un segundo y noto miles de piedrecitas duras debajo de mi. ¿Pero esto que és? Uf, es arena, la que llevaba yo en las playeras, los bajos de mi pantalón, el pelo... Porque atender a Danielito en el parque también requiere rebozarse un poco.

Con toda esta arena estoy pensando montarme mi propio parque en el salón.