lunes, 30 de mayo de 2011

Imposible mantener limpio a Daniel mucho tiempo


A este hijo mío le encanta revolcarse por la tierra y acabar hecho una croqueta. En cuanto le suelto el cinturon de seguridad del carrito, salta al suelo y empieza la fiesta.
Si estamos en el parque busca el barro o la parte más sucia y asquerosa que haya para sentarse comodamente a tirarse tierra a la cabeza. El chocolate también tiene mucho peligr con él. Se restriega las manitas llenas de pringue por toda la ropa. ¡La de lavadoras que hay que poner co este chiquillo! A veces me dan ganas de meterlo a él también dentro o meterle vestido en la bañera para terminar antes.

Un día me invitó una amiga a tomar café a su casa. Me trajo un vaso templadito y nada más tocar la mesa bajita del salón. Daniel se lo tiró encima como una bala, en un intento de bebérselo antes de que yo se lo quitara. "Ja, ja ¡niños!" se límito a comentar mi amiga y también madre. Se levantó, fregó el suelo y le dio a Daniel un vaso de leche con cerales. Del atrotinamiento el pequeñajo se volvió a duchar. Y no contento con eso se acercó al hijo mayor de mi amiga, le arrebató su vaso de leche y también se lo echó por encima. Yo ya estaba desesperada, pero mi compañera de vicisitudes no perdió los nervios en ningún momento. Volvió a pasar la fregona y le encasquetó a mi niño un vaso para bebés. ¡así resultaba muy difícil que se siguiera poniendo más medallas en la ropa. Luego me ofreció ropa de su segundo hijo para que mi hijo no saliera a la calle con esa facha. Rechacé la oferta porque, al fin y al cabo, vivo cerca y enseguida me iba a poner en mi casa, donde pensaba frotar a conciencia al niño y a su ropa.

La mala suerte quiso que en el camino me encontrara a la madre y a la abuela de Raúl. Debieron alucinar cuando vieron a Daniel más guarro que nunca.




domingo, 29 de mayo de 2011

Las patadas

Qué peligro tiene Danielito con sus perretas. En cuanto le levantas del suelo en contra de su voluntad empieza a patalear de forma desaforada. Y en alguna ocasión me ha alcanzado la barriguita de pleno. Es algo que me preocupa profundamente. Ahora le cojo de una manera diferente para mantener sus piececitos lejos del hermanito.

La verdad es que el chiquillo se pone muy pegó a veces. Lo peor es que cuando le riñes o finges que te ha dolido más de la cuenta o se ríe o sigue empecinado en pegarte. A mi me muerde, me tira del pelo, me araña, me golpea... ¡Menos mal que me quiere! Si no fuera así vaya palizas me metería.

Es muy difícil llevar esta situaciones. No le puedes devolver los golpes. Ni siquiera flojito, porque se cree que tu también estas jugando. Tampoco le puedes gritar porque deja de escuchar para ponerse a berrear. Y si se lo explicas con voz calmada parece no entenderte y sigue a lo suyo. En mi caso le castigo a pensar. Lo inmovilizo en mi regazo y le explico por qué se encuentra en esa situación tan incómoda, pero tampoco parece surtir mucho efecto.

Tampoco es que tenga la manos más larga que el resto de los chiquillos de su edad, pero hay vecs que a mi me tiene martirizada. He hablado con muchas madres y estánen mi situación. El otro día me encontré a una con un ojo morado de una patada que le había soltado su retoño. Así que a mi que me explican lo que ven de tierno en la infancia. Yo veo una panda de cafres inconscientes.

viernes, 27 de mayo de 2011

No, no, no y no

Ya hemos llegado a la manía de decir que no a todo. Parece que les gusta el sonido del monosílabo. "Daniel, vamos a bañarte" "No" y sale corriendo hacia el baño. "Daniel, ¡a cenar!" "¡No!" y mientras intenta trepar hacia el asiento de la trona. "Daniel ¿Quieres una galleta?" "¡¡No!!" y a la vez estira sus manitas hacia la preciada golosina. A veces, dice "¡No!" y sigue a sus cosas como si ni siquiera te hubiera oído.

Un día, en casa de su abuela, se empeñó en sentarse a comer con nosotros en una silla normal. Tuvimos que tener muchísimo cuidado con él porque todo lo quería y no con buena intención. El caso es que cuando Chari sacó los filetes del segundo plato al niño se le salieron los ojos. "¿Quieres?" le preguntó mi suegra. A lo que Daniel respondió con un rotundo "No, no, no y no". Pero viendo que la abuelita pasaba de largo cogió su plato de plástico y lo estiró todo lo que pudo mientras profería ruiditos de protesta. "Eso quiere decir que sí" le indiqué yo, pero mi hijo estaba demasiado ocupado demandando su filete. Por supuesto, Chari le dió uno, que procedimos a cortar en pequeños trocitos adecuados a su edad. ¡Cómo lo disfrutó!

A ver si aprende a decir que sí y nos entendemos mejor. En algún momento aislado le he oído decir un "Tiiiiiiii" alargado y lleno de dientes. Pero ha sido en muy contadas ocasiones.

La primera foto es de Carlos Martínez (http://www.cmtz.es/).

jueves, 26 de mayo de 2011

Una de cal y otra de arena

Mi niño pasa de la risa al llanto y viceversa en menos que canta un gallo. Y lo mismo puede decirse de su comportamiento. Puedes jurar que estás con el próximo santo de este siglo y de repente se convierte en el peor demonio para volverte loca.

El otro día me emocioné viendo a mi niño portarse bien. En su clase, un bebé lloraba desconsoladamente. Le dije que se acercara a darle un beso y no se lo pensó dos veces. Cómo no fue suficiente, le sugerí que le acercara un juguete a su compañero... ¡Y así lo hizo! No me lo podía creer.

Exultante de felicidad por esa muestra de bondad por parte de mi hijo me dirigí al parque. Una vez allí, esparcí sus juguetes sobre la arena y procedía a desatar a Daniel para que se pudiera bajar de carrito (el cinturón de seguridad. ¡No penseis mal!).

Mientras, un amiguito, se acercó a coger un juguete que le había llamado la atención. En cuanto Daniel tocó el suelo con sus pies se dirigió directo a su amigo y lo redujo con una llave grecorromana aplastádole la cara contra el suelo.

Nos quedamos tan pasmadas la madre del otro niño y yo que, en un primer momento, no acertamos a reaccionar. La víctima, comenzó a gritar "¡Daño, daño!" y las dos nos pusimos en marcha para separar a Daniel de Hugo, que seguía inmovilizado y con el juguete aún en la mano.

Nunca sé que puedo esperar de mi chiquitín. A veces es un angelito encantador y otras se convierte en un luchador de sumo. ¡Es increíble!

miércoles, 25 de mayo de 2011

Chuches

No hay necesidad de darle chucherías a un bebé. Para él muchos sabores son nuevos e interesantes. por ejemplo, mi chiquitín se decanta antes por un chuletón de ternera que por un chupa chups. Le suele gustar más el sandwich de embutido que le llevo por las tardes para merendar, que las omnipresentes galletas María.
Se supone que no se le deben dar golosinas a los niñoa antes de los dos años, pero es algo imposible de cumplir. Aunque te pusieras dura contigo misma y nunca le compraras nada el resto de la gente que te rodea seguirá compartiendo sus chuches con tu hijo. Sin ir más lejos, en el parque, cuando una madre con la que estoy hablando saca galletas de chocolate para su niño no duda ni un segundo en ofrecerle una a Daniel. Al que le falta tiempo para rechupetearla.

Lo que le vuelve loco de verdad son los llamados gusanitos. En cualquiera de sus modalidades. Ve una bolsa y va lanzado a meter su maaza para coger la mayor cantidad posible.

Creo que, en este tema, tengo una opinión intermedia. No me gusta que abuse, pero, mientrs luego se coma la comida de verdad no me importa que disfrute de las "chuches".

lunes, 23 de mayo de 2011

A la porra el muñeco

Antes no me preocupaba demasiado porque el niño maltratara sus juguetes si no llegaba a un límite claramente destructivo. Pero ahora con otro bebé en camino me aterra lo que le hace a los muñecos de sus amiguitas, a los que golpea sin compasión.

El otro día, en el parque, se agenció un carrito con bebé dentro incluido y lo paseó muy feliz entre los columpios. Hasta que se le cruzó el cable y arrancó al pequeñín de trapo de su lecho para estamparlo contra el suelo.

Enseguida recogí el muñeco y le recriminé su conducta. "A los bebés hay que tratarles con cariño. Acarícialo. Guapo. Guapo". Mientras, en mi fuero interno pensaba "Cómo se le ocurra intentar hacerle esto al hermanito la liamos". Así que ahora mi esfuerzos se orientan a que trate a los muñecos con cariño con mayor o menor éxito. A sus peluches los abraza y les da besitos, pero también los tira por los aires.

Habrá que ir con cuidado cuando tengamos aquí al hermanito. Los excesos de entusiasmo de Daniel pueden ser algo peligrosillos.

Daniel ya trepa

¡Qué peligro tiene este chico! El otro día estaba liada colocando ropa cuando de repente me oigo un sospechoso arrastrar de sillas. Con la experiencia que tengo decidí dejar a medias lo que tenía entre manos y ver que estaba liando mi pequeñín.
Daniel había arrastrado una silla de la cocina hasta el lugar en el que tenemos el microondas, se había subido tranquilamente y se disponía a abrir la puerta del electrodoméstico.

En ese momento decidí ponerme a recoger y limpiar la cocina. Así no le quitaba ojo. Sus imprudencias le llevaban a situaciones peligrosas. Se dedicaba a meter y sacar los imanes de la nevera, pero en su ímpetu iba alejando la silla cada vez más del mueble y corría el riesgo de caerse. A pesar de todos mis esfuerzos por hacer cosas de la casa y estar atenta a la vez. Se cayó en una ocasión.

Pero no creáis que se amilanó. Volvió a juntar la silla y a trepar.

No es la primera vez que me sorprende con sus dotes de escalada. Otra vez me lo encontré peligrosamente encaramado al bidé jugando con los cepillos de dientes que había en el lavamanos. En otra ocasión, me asomé al salón para que ver que tramaba y se encontraba haciendo equilibrios sobre el maltrecho árbol de los gatos.

Hay que tener muchísimo cuidado con este bebé tan inquieto. Ahora tengo que echarle un vistazo cada dos minutos por si acaso.

sábado, 21 de mayo de 2011

Dependencia al chupete


Cómo fui muy permisiva cuando estuvo malito, Daniel se ha enganchado al chupete. Y ahora no solo para la hora de dormir. Quiere llevar el dichoso trozo gomoso todo el día. Dicen que a estas edades ya pueden haber problemas de deformaciones en la boca y problemas en el habla. Este enano no habla porque no le da la gana. Es un vaguete, pero quiero evitar posibles interferencias en el aprendizaje del pequeñajo. Así que me tengo que poner dura, aunque es muy difícil.

Cuando Daniel no está entretenido con algo se acuerda de repente y lo pide a gritos "¡¡Peteeeeee!!" o "¡¡Teteeeeee!!". Según le da. Se retuerce y llora hasta conseguir su objetivo. Y entonces lo chupetea con fruicción. Ultimamente lo pide hasta cuando pareceque está entretenido con alguna cosa. Está tan tranquilo y al segundo siguiente clama por su "pete".

Ahora le digo y le repito que le chupete es sólo para dormir y que si lo quiere se tiene que acostar en su camita y cerrar los ojos, pero no cuela. Sigue desgañitándose por el pedazo de goma. ¡Qué tendrán! A lo mejor son más antiestres que las famosas vaquitas suaves.

Vamos a tener que tomar medidas drásticas.

El fin de semana le sienta bien


Ya tenemos a Daniel hecho un guerrero de nuevo. Creo que lo que le tenía machacado era el no poder dormir. Ahora con el jarabe para la tos, las noches y las siestas las pasa mucho mejor. Este fin de semana le hemos tenido a base de cura de sueño y hemos logrado que vuelva a correr y liar de las suyas como antes.

La sonrisa nunca la perdió. Afortunadamente. Ahora a seguir el tratamiento al pie de la letra hasta el último día para que no haya una recaída. Ojalá tengamos una temporada tranquila.

Las dos primeras imágenes son de Carlos Martínez (http://www.cmtz.es/).

viernes, 20 de mayo de 2011

Por si fuera poco

Hoy le he vuelto a llevar al médico. Daniel ha amanecido con una oreja llena de pus, así que he deducido que los mocos se le han pasado al oído y le han producido una otitis. La pediatra me lo ha confirmado. El pobre no se ha quejado mucho para lo que le ha debido doler. Afortunadamente hoy se ha levantado muy animado y féliz. Eso es buena señal. La pediatra le mandado un antibiótico para acabar de una vez por todas con todos los males del pequeñín. Justo ahora parece que está mucho mejor, pero por si acaso estamos siguiendo sus instrucciones a rajatabla, aunque Daniel no parece muy feliz de seguir tomando medicinas. Hay que imovilizarle y hacersela tragar a la fuerza. El jarabe de la tos se lo toma con mejor ánimo. Él solito coge la cuchara y la chupa, pero el antibiótico... Tres veces al día tenemos una batalla a vida o muerte para que le llegue un poco a la garganta.

Lo importante es que ya se encuentra mucho y mejor y que la tos y los mocos le dejan dormir a pata suelta. ¡Menos mal! Yo también estoy mejorando de lo mío. Por fin se pasa esta mala temporada.

jueves, 19 de mayo de 2011

No mejora

He tenido que arrastrarme detrás del peque estos dos días con la inestimable aunque insuficiente, desde mi punto de vista, ayuda de Raulito. Le he sacado al parque todo lo que me ha permitido el dolor (que al final ha resultado ser producto de una mezcla de infección de orina y hongos, por lo visto cosas muy normales en el embarazo) para que se le abrieran las  vías respiratorias, aunque bien abrigado para que no me cogiera encima un resfriado. Por el día, el niño parece revivir un poco y sigue haciendo de las suyas, pero le es imposible dormir por la tos y los mocos, así que está agotado y un poco irascible.

Por las noches, la tos y los mocos no le dejan descansar, y a mi tampoco. Me levanto quince veces cada noche para atenderle o comprobar que está tapado y bien incorporado. La ventana se la seguimos dejando abierta porque así respira mucho mejor.

Raúl hace lo que puede. Se va todo lo tarde que le permite el trabajo y vuelve antes de lo normal. Daniel me tiene preocupadísima. Le ha llevado de nuevoa al pediatra porque tiene una tos horrorosa. El jarabe que le han mandado le ha aliviado y parece que ha hecho mejor siesta. A ver esta noche.

miércoles, 18 de mayo de 2011

El susto

El martes se me intensificó un dolorcillo que venía teniendo en uno de los ovarios. Llegué a casa del trabajo, me tumbé en la cama y llamé a Raúl para ver si podía ir a recoger a niño. Me dijo que no me preocupara que ya se encargaba él. Más tranquila colgué el teléfono, pero no pasó ni un minuto cuando oí sonar mi móvil. En la pantalla parpadeaba el nombre de la guardería. Presta y veloz lo cogí. "No te asustes" escuché la voz de una de las profesoras de Daniel, "Pero tu hijo se está asfixiando, será mejor que vengas a por él". Terroríficamente alarmada volé hacia la guardería a pesar del dolor, que parecía que ya no dolía tanto.

Daniel estaba en los brazos de una de las profesoras. Tenía una sombre violeta alrededor de los ojos. Las cuidadoras me dijeron que le habían dado Ventolín para abrirle las vías respiratorias. En cuanto me vió se tiró a mis brazos. Agradeciendo enormemente al personal su atención con mi hijo salí disparada al centro de salud. Raúl ya había sido avisado de toda la movida.

En el centro de salud me dirigí al mostrador para pedir que vieran a mi niño lo más rápido posible. La recepcionista me asignó a la enfermera más inútil del mundo. Me preguntaba las cosas varias veces y no había manera de que se enterara de nada. Finalmente me asignó una pediatra que no era la mía asegurándome que no era la mía. Raúl llegó mientras yo esperaba inutilmente a que me asistieran. Menos mal que le niño estaba ya incluso animado. Cuando vió a su padre puso su mejor sonrisa.

Cuando me harté y me acerqué a preguntar a la pediatra esta me dijo que la enfermera se había equivocado y que tenía que ir a ver a la que tenía asignada que sí estaba pasando cosulta. Acordándome de toda la familia de la maldita enfermera me dirigí a la velocidad del rayo a la consulta correcta. allí había un pifostio montado de no te menees. Niños y bebés a mogollón. La pediatra estaba agobiadísima y en un principio restó importancia al caso de Daniel, pero eso siempre es un error cuando estás tratanco con una madre con las narices hinchadas. "¿Le parece a ustéd poca cosa que un bebé se asfixie?" le pregunté. Afortunadamente lo atendió enseguida. Otra vez le tuvimos que poner la mascarilla, mas lloros, más pataleos.

A la faringitis se le había añadido una bronquiolitis. Mi niño, ¡pobrecito! Decidimos que al día siguiente no le podíamos llevar a la guardería.

Por mi parte, el dolor volvió multiplicado por tres en cuanto vi que Daniel estaba mejor. Pasé una noche de perros sin pegar ojo. Pendiente de la respiración de Daniel, al que le dejamos la ventana de la habitación abierta y un millón de cojines en la cama para incorporarle y que respire mejor.

martes, 17 de mayo de 2011

A urgencias

El domingo por la noche Daniel nos dio un susto de muerte cuando se despertó de madrugada con dificultades respiratorias. Alarmada llamé a su padre para que nos llevara a urgencias. Incorporamos al niño mientras la respiración se le iba normalizando poco a poco. Sin perder más tiempo le vestimos, nos vestimos y corrimos al coche. Menos mal que tenemos el hospital cerca.

Antes de entrar Raúl me advirtió que exagerara un poco la situación para que nos hicieran caso. "¡¡¿¿Te parece poco que tu hijo se despertara morado y con los ojos suracdos de venitas rojas porque no podía respirar??!!" le espeté. "Ummm, sí, algo así es lo que tienes que decir" me constestó tan pancho.

En Admisiones volví a dar mi versión de los hechos, pero cómo Daniel ya respiraba bien el enfermero no parecía muy impresionado. "Mucosidad" le dijo a su compañera. "¡¡Pero si no podía respirar!!" insistí, pero el enfermero nos mandó a la sala de espera sin contemplaciones.

No tuvimos que esperar mucho porque sólo estábamos dos familias esperando. La médico que nos atendió era muy simpática, pero aún así Daniel lloró como un condenado todo el rato. Ya tiene muy claro que no le gusta pasar por consulta. Y menos si le tienen que echar suero por la nariz, como fue el caso.

Además nos mandaron a una sala para que le pusieran una mascarilla con ventolín y tampoco le hizo ninguna gracia. Tuvimos que agarrarlo muy fuerte todo el tiempo. Ni los juguetes, ni el libro infantil que nos dejaron, ni los cantajuegos lograban consolarle.

El niño tenía laringitis. Nos mandaron a casa y nos indicaron que le compráramos más ventolín y la mascarilla con la cámara para poder administrarselo, además de Fortecortín, unas pastillas que nos costó un mundo hacérsela tragar. Cómo Daniel ya parecía en plena forma le llevamos a la guardería, porque tanto el padre como yo teníamos que ir a trabajar.

Cuando fui a por él me dijeron que tenía una tos bastante desgradable que no le había dejado dormir la siesta, pero que por lo demás todo había ido bien. En el parque se lo pasó genial. Parecía que se iba curando.

miércoles, 11 de mayo de 2011

San Isidro




Llegó San Isidro y hay que celebrar esta fiesta tan madrileña, ási que le compré un cutre disfraz de chulapo a mi pequeñín y se lo llevé a mi suegra para que se lo pusiera hoy, que es cuando se ha celebrado esta fiesta en la guardería, aunque en realidad el día exacto es el 15 de mayo (el domingo).

Cómo Raúl está de viaje, Chari es la que se encarga de llevar al chiquitín a clase, así que era la que tenía que vestirle para la ocasión. Cómo el traje le quedaba bastante grande, se lo ajustó la bisabuela, que es una virtuosa de la aguja.

La verdad es que estaba guapísimo. Y se lo debió pasar bomba, según comentaron las profesoras. Las mamás tuvimos que ir más temprano a recoger a nuestros pequeños porque estábamos invitadas a rosquillas y a seguir la fiesta en el patio de la guardería. Los papás también estaban invitados, pero en mi caso fui yo sola.

Me quedé un ratito, pero hacía tal calor y Daniel tenía una cara de agotamiento que decidí irme pronto. De todas formas Daniel ya había tenido su fiesta durante todo el día Y el pobre llega muy cansado a los viernes. se ve que les dan mucha caña en clase.

Chari nos comentó que cuando le había llevado a clase se había puesto a bailar el chotis con una compañera y que estaban para comérselos. Si es que cualquier excusa es buena para hacerles pasar a los bebés un día diferente.

martes, 10 de mayo de 2011

El zoo no es para niños inquietos de un año y medio



A Raúl y a mi se nos ocurrió la genial idea de llevar la pequeñajo al zoo. Con lo que le gustan los animales este lugar le iba a alucinar. Así que el domingo aprovechamos un descuento que tenía mi marido por su trabajo y nos fuimos pertrechados de agua, comida, gorra, etc.

El sitio estaba a reventar. Y hacía un calor horroroso. Aún así nos dispusimos a comprar la entrada con valentía. Soltamos al enano en cuanto pensamos que sería seguro, aunque había que tener mil ojos para que no se confundiera entre la gente. A Daniel le encantó el zoo. Sobre todo la jaula de las cabras porque se podía acceder y eso era una fiesta para los más pequeños. Raúl entró con él y menos mal que había doble puerta porque se le escapó una cabra. Mientras él intentaba convencer al animal para que volviera a entrar al recinto Daniel campaba a sus anchas entre tanto cuerno puntiagudo. La verdad es que me entró la risa. Raúl pudo, por fin, devolver la cabra al redil y se reunió con su retoño, que golpeaba alegremente los lomos de pelo duro que le rodeaban.

Creo que eso fue lo que más le gusto. A partir de ahí estuvo llorando buena parte del día porque quería ir a donde no debía o prefería ver unos leños antes que la jirafa que le mostraba su padre. Con tanta gente y tanto calor no podíamos dejarlo a su aire. Encima había recintos para animales por donde se podía colar perfectamente un niño de la talla de Daniel.

Casi al final encontramos unas estatuas de animalitos de Disney donde pudimos soltarle un poco para que jugara a sus anchas. Estaba emocionado con la figura de Dumbo. Y eos que no ha visto la peli.

En conjunto se lo pasó bien, pero yo terminé agotada.

lunes, 9 de mayo de 2011

Daniel en los restaurantes

En el puente que nos fuimos a Bejar el niño se hartó de ir a restaurantes. La primera vez yo me pedí un menú acorde con au edad, un plato de pasta y otro de pollo, pero el niño no quiso ni probarlo. En cambio, dio buena cuenta del revuelto de morcilla y el cuchifrito de su padre. Así que pensé "Pues que coma de lo que nosostros pidamos". Y así lo hizo, disfrutando de cada bocado. Por supuesto había cosas que le superaban, como la piña, pero la mayoría de las cosas las devoraba para derretimiento de los camareros, que se quedaban alucinados viéndole engullir. En cuanto llegaba un plato a la mesa, el pequeñajo alargaba sus manitas para intetar agarrarlo el primero. Por supuesto, no le dejábamos, aunque a algún camarero le tentó la idea. Uno incluso llegó a depositar la comida frente a su ansiosa personita. Menos mal que yo fui más rápida que él y lográ retirarla a un lugar más seguro antes de que plantara sus manazas.

El caso es que da gusto verle comer.

sábado, 7 de mayo de 2011

Raúl dice que Daniel es bueno


El otro día le tocó al padre llevar al hijo al parque porque la mamá estaba muy ocupada trabajando esa tarde. No sé por qué nunca le lleva al mismo que le llevo yo, pero eso está bien porque así el pequeñajo varía de vez en cuando.

El caso es que se le ocurrió la genial idea de llevar a Daniel a un parque estupendo que se encuentra ubicado enfrente de un centro comercial. ¡Y encima un día templado, agradable y soleado! Os podéis imaginar la multitud de niños que luchaban por conseguir un puesto predominante en los columpios.

Daniel no es de los que se achica y enseguida entra en la pelea con uñas y dientes. Así pasó con un niño mayor que él en una lucha por tirarse por el tobogán. Raúl estaba un poco lejos en ese momento y tardó un poco en llegarse hasta su hijo para mediar. Pero la madre del niño estaba al lado y no hizo absolutamente nada. ¡Que tipeja! Cuando su padre acudió en su ayuda los lloros de Daniel iban en crescendo. Raúl le consoló un ratito y luego le dijo "Ala, y ahora dale un besito a este niño y haced las paces". Todo muy bonito porque Daniel accedió, el único problema es que a mi marido se le olvidó limpiarle antes los ríos de mocos y babas provocados por el berriche, así que dejó a su contrincante hecho un cristo y llenito de virus. Ese fue el momento que escogió la inútil de la madre para reaccionar y alejar a su hijo de mi niño mocosín.

Raúl llegó a casa con una idea en la cabeza que luego compartió conmigo. Comparado con el resto de os niños el nuestro era un santo. "El resto de niños se portan fatal. Daniel, en cambio, es muy bueno. Me he dado cuenta observándolos en el parque". Supogo que hay mucho de ceguera paterna en esta afirmación, pero yo también creo que Daniel es un niño bueno. Travieso y activo, pero esencialmente bueno.

La segunda foto es de Carlos Martínez (http://www.cmtz.es/).

viernes, 6 de mayo de 2011

De paso en Ávila






La bueno se acaba pronto y el fin de semna largo se nos pasó en un suspirirto. Tocaba volver y yo estaba agotada. Raúl es incansable. No sé como lo hace. Y su hijo se hace el machote. Corre de un lado a otro, trepa, se mete por donde no debe... Hasta que le acuestas en su cunita o le subes al coche. Entonces acusa el cansancio.

El caso es que cuando nos metimos en el coche para regresar a casa vi como Raúl echaba mano del mapa de carreteras y se me encendieron todas las alarmas. "No vamos a parar en mil sitios" le advertí "El niño y yo estamos agotados" (sobre todo yo). "Tranquila", me dijo calmadamente, "Tenía pensado parar sólo en Piedrahita, Barco de Ávila y Ávila". "¡¡Pero si te he dicho que no pararas en mil sitios!!", Raúl levantó la vista del mapa y me miró con calma "Exacto, y sólo he dicho tres sitios". Lo que siguió después es bastante censurable y menos mal que Daniel no lo llegó a entender en toda su extensión. El caso es que llegamos a un acuerdo y finalmente sólo paramos en Ávila.

Al pequeñajo le encantó la parte antigua. Corría de un lado a otro curioseandolo todo. Sobre todo, le llamaron la atención los leones que habían encima de unos pilares. Las murallas también le encandilaron. En general todo. Pero lo más emocionantes empezó cuando oímos una música extraña. Nos acercamos con elpeque en hombros y nos topamos con una procesión de cabezudos. ¡Cómo la disfrutó! Los gigantes se cernían sobre él dejándole boquiabierto y emocionado. Lo pasó genial.

Al final llegué a Madrid agotada. Daniel se durmió en el coche y parecía haber recargado pilas, pero en cuanto le depositamos en su cama se acurrucó junto a su perrito de peluche y su almohada y no abrió el ojo en toda la noche.

jueves, 5 de mayo de 2011

Daniel duerme en un hotel











Por fin nos hemos decidido a dar el gran salto e irnos de puente con el pequeño por ahi. En realidad el paso lo he dado yo, porque Raúl lleva dándome la tabarra con lo de que con bebés se viaja muy bien desde que nació Daniel. El caso es que por fin reuní tres preciosos y relucientes días de fiesta. En mi trabajo no es normal ya que se trabaja, fines de semana y fiestas por turnos, así que es muy difícil juntar muchos días seguidos, excepto en las vacaciones oficiales de 22 días laborables.

El caso es que cargamos el coche a tope, como siempre, y salimos rumbo a la Sierra de Bejar, que nos habían comentado que era preciosa. Esta vez íbamos con menos peso porque en el hotel disponían de cuna y nos habíamos comprado para los viajes un carrito baratucho que ocupa y pesa poco con la idea de dejarlo en el maletero del coche por siempre jamás y así no tener que ocupar un asiento con el mamotreto de todos los días. Habíamos elegido un hotel de los llamados familiares, que tenía un salita llena de juguetes que fascinóa el chiquitín. Ahora hay que mirar todo el rato por la diversión del más pequeño. Un niño aburrido es fuente de problemas.

El tiempo pronosticaba tormentas y mal tiempo, pero teníamos la esperanza de que se equivocaran. Afortunadamente así fue, El primer día nos lloviznó, pero los siguientes fueron estupendos. Nos llevamos a Daniel a recorrer pueblos y rutas sencillas. El pequeñajo no parecía cansarse nunca y llegaba a  la cuna con mucho ánimo de dormir, así que no nos dió muy malas noches. Le encantaba trotar a su aire y salirse

Levantamos mucho la mano con los horarios porque no nos quedó más remedio. Nosotros también cambiamos los nuestros. Comíamos y cenábamos tempranos, pero aún así Daniel no solía parar en la cuna hasta eso de las diez de la noche. Una locura. Yo sufría por él.

No tuvimos mucho problema en los restaurantes. Quizá un poco porque tardaban en traer la comida y el enano se impacientaba. En cuanto traían el primer plato se lanzaba sobre él. Le encantaron las "patatas meneas", el cuchifrito, Las bolas de solomillo rellenas de queso de cabra... y todas las especialidades suculentas que fuimos pidiendo. Un día se me ocurrió pedir espaguetis y pollo por él y su estómaguito y le faltó tirármelos a la cara. Enseguida se puso a la labor con el revuelto de morcillas de su padre. Hay que ver cómo se puso las botas durante esos días. Lo malo es que el pañal no lo manchaba en consecuebcia y yo estaba muy preocupada. A psteriori me comentó una amiga que era normal que con los cambios bruscos los niños perdieran regularidad. Les pasa lo mismo que a muchos adultos.

El caso es que nos encantó la zona, el hotel estuvo muy bien, la gente muy amable y nos lo pasamos genial. Habrá que repetir.