miércoles, 22 de junio de 2011

Fiebre

Me temo que las corrientes de aire en la piscina han hecho su efecto. Hoy nos han llamado de la guardería para que vayamos a por él porque tenía 38,7 décimas de fiebre. Agobiada, he llamado a Raúl, pero me ha dicho que tenía reuniones o tutorías o cualquier otra cosa ineludible y que hasta la una no se podía pasar. Eran las once y media en ese momento.

Desesperada llamé a Chari, mi suegra, para ver si ella se podía acercar a por el niño, pero tampoco tuve suerte. Estaba metida de cabeza en un juicio y tampoco podría llegar a la guardería hasta la una aproximadamente. Me temía que tendría que ir a hablar con mi jefe de nuevo y ya llevaba nmuchos días cogidos para médicos por lo de mi embarazo. no es cuestión de tensar tanto la cuerda. Así que volví a llamar a la guardería para ver cómo se encontraba mi pequeño.

Una de las profesoras me aseguró que se le veía animado y que no pasaba nada por esperar hasta la una. Simplemente que el niño estaba más ñoño y llorón que normalmente. Un poco más tranquila, llamé a Raúl y le pedí que se pasara por la guarde en cuanto puediera.

Nada más salir del trabajo apreté el pedal del acelerador todo lo que pude para acudir al lado de mi chiquitín. Cuando llegué a casa mi marido todavía intentaba dormirle pero no había manera. Así que le dejamos salir de la camita y le entretuve un ratito hasta la hora de la merienda. Le di de comer enfrente de la tele. Se ha empeñado en ver un video una y otra vez. Si le pones otra cosa llora. Se trata de una presentación y un vídeo que nos regalaron en la reunión de fin de curso. Son muy bonitos y tiernos, pero estoy hasta las narices ya de verlo una y otra vez. ¡Me sé las canciones de memoria!

Daniel casi no comió. Se le cerraban los ojitos, así que decidí llevármelo conmigo a la cama. Nos tumbamos los dos y él enseguida se durmió. Gemía de vez en cuando y se movía mucho, pero estaba tan agotado que se quedó allí de cinco a siete. Yo no pegué ojo. Suele pasar cuando te acuestas con el niño. Se mueve demasiado. Le dimos apiretal y Dalcy cada cuatro horas, alternando y no volvió a tener fiebre. Le bañamos para que estuviera fresquito. Le dimos de cenar, aunque tampoco quiso comer mucho y le metimos en la cama. Se le veía con pocas fuerzas al pobre.

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