sábado, 28 de julio de 2012

Día de "relax"

El sábado decidí pasarlo de relax con mis dos retoños. Después de todo habíamos tenido unos días muy movidos desde que se fue papá a Islandia: el miércoles: la visita del vecino Jorge, el jueves: piscina, el viernes: fiesta del bizcocho, las noches horrorosas... Para que mentir... Estaba agotada moral y físicamente. Me dolía cada músculo de mi cuerpo.

Por la mañana les llevé al parque con la fresca porque tampoco es plan que se queden metidos todo el día en casa por la desgana de su madre. Lo pasamos muy bien los tres. Al principio nos sentamos en el arenero. Cómo ya he contado en otra ocasión, a Iván no le gusta nada la arena, así que al principio encogió las piernecitas y me miró malhumorado negándose a posarlas en esa textura extraña. Estuvo un rato en regazo con los juguetes de aquí para allá y terminó sentado sin darse cuenta y tirándose la arena a la cabeza. Daniel se lo pasó bomba con sus coches. Al poco me pidió que le columpiara así que puse a su hermano pequeño en un columpio, a él en el otro y los columpié a los dos. El pequeño no pareció muy contento, pero tampoco protestaba. El grande no paraba de gritar "¡Más fuerte, mas fuerte!".

Al rato quiso volver a jugar con sus coches en el arenero. Así que los saqué del columpio a los dos y volvimos a jugar con los cubos y los camiones. En un desliz, atendiendo a Daniel, se me cayó Iván de los brazos en un movimiento brusco y fue a parar con sus dientecitos en la arena. Le limpié con abundante agua y le calmé enseguida. Pero le había calado el jersey y cómo era muy temprano todavía hacía fresquito, así que no me atrevía a seguir en la calle por si cogía frío. Los dos tenían una tosecilla sospechosa desde esa mañana. Daniel debía estar cansadito porque estuvo de acuerdo con acabar la excursión para volver a casa. Allí jugó con sus juguetes, mientras yo recogía y le hacía gracias a su hermano.

Lo cierto es que mi niño mayor empezó a portarse mal desde que pisó el umbral de la puerta. No me hacía caso en nada, me tiró el azucar por la cocina, las bolitas gelatinosas del baño por el suelo, me contestaba mal... No sé que le pasaba, pero acabamos enfadados y de relax nada de nada.

Iván se negó a dormir su siesta mañanera, pero la del medio día la hizo muy bien. Estaba agotado. Daniel me pidió dormir en mi cama, así que allí fuimos los dos. El bebe se despertó un par de veces con la tos de su hermano, pero con un par de arrullos se volvió a dormir. Yo acabé durmiendo en la cama de Daniel porque éste se puso a roncar cual carretero y no me dejaba pegar ojo. ¡Vamos que difrutaría de media horita de siesta antes de que el bebé decidiera que ya había descansado lo suficiente y que ahora quería juerga. Su hermano durmió un poquito más y también se levantó con ganas de guerra. Lo tuve entretenido un buen rato con una película muy simple sobre un mono y un niño, pero en cuando acabó volvió a apoderarse de él el espíritu rebelde. Entonces estallé y le grité como una energúmena. Había llegado a mi límite. Le duché rápidamente mientras el chiquitín clamaba por sus bolitas gelatinosas y le amenacé con no contarle el cuento esa noche si seguía con su mal comportamiento. Él me contestaba en todo momento que se había portado bien. Sólo lloró por sus bolitas, pero mi bronca le entró por un oído y le salió por el otro.

Al rato me sentí culpable y fui a ver a mi chiquitín que estaba jugando tan tranquilo con sus coches. "Daniel ¿Hacemos las paces?" le dije dulcemente. "¡No!" Exclamó él muy digno. Intenté darle una charla moral, pero fue imposible. Y nos volvimos a enfadar.

Al final, cuando acabé de acostar a Iván, que se resistió un poco, me acerqué donde estaba el peque viendo la tele y le abracé sin decir nada. El chiquitín se acomodó en mi regazo y así estuvimos los dos un ratito. Luego le di un beso y me metí en la cocina para hacerle la cena. Cuando me pidió que me tumbara a su ladito esa noche me resultó imposible negarme.

Ahí me encontró Raúl cuando llegó de su viaje esa noche.

3 comentarios:

  1. Después de la semana anterior no me extraña que necesitaras relax...

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  2. Jolín, pues de "relax" poquito! Espero que tu niño haya pasado la fase rebelde...
    Un beso!

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  3. Vaya, anda últimamente de lo más belicoso... A ver si se le pasa prontito. Un besote.

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