miércoles, 31 de octubre de 2012

La primera evaluación de Daniel

Daniel ha terminado su primera unidad didáctica y nos la ha traído a casa. ¡Qué ilusión! Me ha encantado pasar las páginas mientras me explicaba lo que había hecho y dejado de hacer. En un momento dado decidió que una de las fichas estaba inacabada y me pidió pegatinas para terminarla. Se las di y le dio el toque final tan contento. Estoy deseando que me den las notas.

martes, 30 de octubre de 2012

Huevitos sorpresa

Muchas gracias Marietta. Me encanta el premio que me has dado por el blog. Esos huevos sorpresa son una verdadera monada. Siento haberme enterado meses después. El verano es un caos y después no he podido ponerme al día cómo me hubiera gustado. Me falta tiempo para todo.

Marietta alias Aurelia escribe Descubriendo un Nuevo Mundo, un blog sensacional en el cabe casi de todo, pero sobre todo, sus vivencias como madre del guapísimo Jaume. Esta chica es un As de las manualidades y customizaciones. También nos cuenta sus sentimientos, sensaciones, temores... Nos abre una ventana a su mundo sin cortinas ni visillos. Con mucha visibilidad y sentimiento.

Le paso el premio a:

- Cómo naciste: Enhorabuena guapa. Por fin ves tu sueño cumplido.
- My Points of View: Vaya labor bloguera que haces. Tus post son de lectura obligatoria por todo lo que aprendo.
- Menos de mil y más de 30: Pasé por tu blog y me quedé porque es imposible pasar de largo. Es tan interesante...
- Diario de una mamá periodista: la acabo de conocer y su blog promete mucho. Aurora es una niña encantadora.
- Una bichillo en casa: Sus historias son geniales, tanto las anécdotas sobre su día a día, como los relatos inventados que nos cuenta.

Como siempre, le pasaría el premio a mil blogs más, pero últimamente las listas que hago son muy largas y he preferido dejar que el premio se extienda poco a poco, de blog a blog...

Problemas con la natación

El viernes pasado Daniel me sorprendió soltándome que no quería ir a Natación. Me rogó que esa fuera la última vez. Asombrada por su reacción, sobre todo porque siempre viene emocionado de esta actividad, le pregunté el motivo. Me dijo que porque sí.

Extrañada le pregunté a otra madre que también le lleva a la piscina como yo. Ella me contó que había ido a verlos y que les empujaban y les tiraban a la piscina sin previo aviso para que aprendieran y que eso a su hijo no le gustaba en absoluto, pero que tenía juguetes y unas instalaciones maravillosas. Me aseguró que su hijo tampoco quería ir, pero que ella no le iba a borrar porque era importantísimo que aprendiera a nadar. Yo pienso lo mismo, así que me saqué de la cabeza la idea de quitarle de la extraescolar. Pero tampoco quería que fuera con desgana.

Para motivarle se me ocurrió contarle que si no sabía nadar no podía ser bombero, ni policía ni enfermero, porque tiene que saber nadar para salvar a la gente. Sólo podría ser obrero de la construcción. No le gustó nada la idea. Me aseguró que él ya sabía nadar y que no necesitaba volver a la piscina. Con lo que yo volví a la carga sentenciando que sin el diploma de que había terminado el curso no había nada que hacer.

El pequeñajo nos preguntó a su padre y a mí por nuestros cursos de natación de cuando éramos niños. Le conté que hacía gimnasia para precalentar y que luego nos tiraban a la piscina de sopetón (todo verdad). Entonces se soltó y me dijo que a él le encantaba cuando le empujaban a la piscina y podía saltar al agua. "¿Entonces por qué demonios no quieres ir?" Exclamé exasperada: pero no logre que soltara prenda.

Por ahora va a seguir acudiendo, porque quiero tener la seguridad de que sabe flotar este verano, cuando me presente con los dos en la piscina, pero tampoco quiero que le supongo un trauma...

lunes, 29 de octubre de 2012

Tardes en casa...

Cuando veo que mis chiquitines están agotados. Toca tarde en casa. A veces, sólo nos dedicamos a jugar con los juguetes, otras, hacemos diferentes actividades artísticas, y otras, echamos mano a la imaginación.

Un día le di al mayor unos dibujos de camiones de bombero, policía y ambulancia un poco mal hechos, un lápiz de punta afilada, los rotuladores de colores y una caja de cartón. Le puse el dibujo sobre la caja de cartón y estuvo la mar de entretenido haciendo agujeros en los dibujos con la afilada punta del lápiz. Es una actividad muy fácil y que le encanta. Recuerdo que, cuando era pequeña, nos daban punzones en clase para agujerear ciertas partes de los dibujos y pensé poner en práctica este juego, pero más a grosso modo, porque no sé de lo que sería capaz Daniel con un punzón en su poder (Tiemblo sólo de pensarlo).

Mientras, yo jugaba con Iván a meter y sacar juguetes de cajas. Le encanta este juego. También le di libros resistentes para que se fuera familiarizando con ellos. Parece que le gustan.

En otra ocasión, saqué las pinturas de carnaval y Daniel se aplicó en pintarse "como un bombero", según sus palabras. Le rogué que no se le olvidara ponerle el capuchón a las pinturas cuando dejara de usarlas para que su hermano no se las comiera y, sorprendentemente, me hizo caso. Su hermano pequeño se dedicó a imitarle, pero cómo las pinturas tenían la tapa puesta no se llegaba a pinta. Daba gusto verles a los dos jugar. Cómo era de esperar, al final acabamos con el disfraz de bombero completo y haciendo un camión de bomberos en el salón.

Desde luego, no nos aburrimos.



domingo, 28 de octubre de 2012

El mejor papá del mundo

A Daniel e Iván les encanta jugar con su papá. Es el mejor compañeros de juegos. Se tira por los suelos con ellos, le construye mil artefactos con las piezas de Lego, le dibuja a Daniel sus persinajes preferidos para que los coloree...

El mayor siempre entra en casa llamando a gritos a su padre cuando volvemos del colegio o del parque. Y si no está exclama: "¡Oh! ¡Qué pena!" y pone morritos.

No me extraña porque las imágenes los dicen todo.

sábado, 27 de octubre de 2012

El Borril Diputación de Toledo

Cuando mi amiga de la universidad, Patricia, me llamó para invitarme a una visita guiada por su centro de trabajo, una reserva de fauna y flora de Toledo, nunca me imaginé lo que me iba a encontrar allí. Estaba deseando que llegara el día para verla, porque hacía años que no quedábamos. Tenía una hijo de un año y medio y yo no lo conocía aún.

Daniel estaba muy ilusionado con la excursión, aunque su madre no había sabido explicarle mucho. Sólo que habrían animalitos y que podría hablarles y darles de comer. Les abrigué todo lo que pudo pensando en que en Toledo haría un frío de espanto, pero nos pilló un día estupendo y nos hizo hasta calor, así que los abrigos se quedaron en el coche.

Éramos un grupo reducido y lleno de niños: Ideal. Nos olvidamos de llevar la mochila portabebés y tuvimos que cargar con Iván por los tramos difíciles, pero al final no estuvo mal el desliz porque así lo pudimos soltar cada dos por tres para que hiciera el locuelo a sus anchas.

La visita empezó por el zorro. Los niños estaban emocionados por poder ver uno tan cerca. Patricia nos explicaba cosas acerca de cada animal, pero yo me perdí la mitad de su discurso por estar pendiente de mis fierecillas. Raúl y yo nos turnábamos para cargar con Iván y frenar a un Daniel totalmente descontrolado. Nuestra guía nos enseñaba cráneos, huellas, heces, piel de algunos animales... Y se los iba pasando a los chiquitines para que lo vivieran al máximo.

Los ciervos fueron la siguiente parada. Los peques disfrutaron al máximo de dar de comer a "Blanquita" y de observar al resto de la manada que pastaba a sus anchas. El pobre Iván tuvo un desafortunado encuentro con las ortigas gracias a un empujón desafortunado de su hermano, pero se pudo arreglar todo con un poco de agua fresca en las zonas afectadas.

El recinto era completísimo. Tenía una zona de animales salvajes con los ya nombrados y con jabalíes, ginetas, un gran lago con patos, panales de abejas (todo muy seguro para evitar picaduras dolorosas), perdices... Por otro lado, tenían la granja: con vacas, caballos, burros, gallos y gallinas, pollitos, cabras, ovejas, pavos, cerdos... Y un maravilloso tractos, que, me temo, fue lo que más le gustó a Daniel de toda la visita. Cuando Patricia le dio permiso para montar se le iluminaron los ojillos. Nos costó mucho convencerle para que se bajara del vehículo. También tenían un lugar acondicionado para lagartijas, serpientes y sapos. Un centro de la naturaleza completísimo.

Entre el mundo salvaje y la granja tuvimos un descanso para comer y que los niños jugaran un poco a sus anchas. Aprovechamos para descansar un poquito.

A los niños les dejaron disfrazarse con trajes de apicultor. A Iván no le interesó nada el asunto y se buscó su propia diversión con dos tapacubos rojos de plástico.

Cuando terminamos el recorrido Daniel aseguraba que no quería irse nunca de allí. Patricia y Pepe, su marido, regalaron a todos los visitantes miel de sus abejas y un libro de actividades chulísimo que pienso usar con mi niño mayor.

Nos encantó la visita. Esperamos volver de nuevo porque nos lo pasamos muy bien todos, aunque acabamos agotados. Los niños se quedaron dormidos nada más subir al coche.














viernes, 26 de octubre de 2012

Otros dos pinchazos para el culete de Iván

Pobrecito mío. Más vacuna y no hay final para su tortura. Se le va a quedar el culete hecho un colador. Cómo premio a su paciencia no fue a la guardería en todo el día. Después de jugar con él un buen rato y hacerle el puré para comer nada más llegar a casa tocó partir hacia el hospital para pincharle la vacuna extra de los resfriados para niños de riesgo (Ojalá se la suspendan en la próxima revisión del cardiólogo).

En la sala de espera Iván se lo pasó pipa jugando con uno y otro niño. Ahora corría detrás de una peque un poco mayor, luego chocaba palmas con otra niña de su edad y al rato acariciaba sonriente a una bebé pequeñita. Se recorrió el pasillo mi veces investigando, corriendo e intentando trepar a donde no debía. Mientras yo me desesperaba porque pasaban los minutos y no nos llamaban. Cuando por fin nos tocó el turno, con más de media hora de retraso, la enfermera me pidió que dejara pasar antes a otra madre que no llegaba a recoger a sus hijos al cole. Me puse en su lugar y le cedí el turno, aunque jurando en arameo para mis adentro. no había hecho sino pasar la señora cuando la siguiente a las dos se levanta y me pide que le ceda el turno a ella también porque no llega a no se qué sitio. Yo las entiendo. porque siempre voy corriendo. Pero no me puedo pasar toda la mañana con el bebé en el hospital. Amablemente le indiqué que ya había cedido mi turno una vez y que no estaba dispuesta a cedérselo a toda la lista de pacientes. La señora lo entendió y se sentó toda miel, aunque insistiendo cada cinco minutos en que no llegaba a su siguiente cita.

Cuando por fin salió otra madre, esta señora en cuestión se acercó a hablar con la enfermera para decirle lo mismo que a mí. Menos mal que la practicante le dijo lo mismo que yo, que ya me había pedido que cediera el turno una vez y que no podía hacer lo mismo por segunda vez. Me sentó un poco mal que lo intentara de nuevo, pero no vale la pena poner mala cara a alguien con la que no vas a volver a interactuar en la vida.

Entré en la consulta y al momento le pusieron la vacuna al chiquitín. Cómo ya pesa diez kilitos las inyecciones eran de órdago. Tuvimos que agarrarle entre tres y aún así se nos escapaba de la fuerza que tiene. Menos mal que se le pasa el mal rato pronto. Unos mimitos, bracisto de mamá y una suculenta salchicha bastaron para devolverle la sonrisa.

Cuando estaba dando buena cuenta de la segunda salchicha se quedó dormido como un tronco. En cuanto llegamos a casa le metí en la cunita para que descansara a gusto. ¡Tres horas de siesta durmió!

¡Missi es mala!

Daniel tiene frita a nuestra gatita. No hace más que empujarla, o darle con los juguetes o abrazarla demasiado fuerte. Su padre y yo le advertimos que cualquier día la felina le morderá o le arañará y que lo tendrá merecido por tratarla así.

Una tarde, Daniel jugaba en el salón. Oí que Raúl le decía "Deja a Missi que se va a enfadar" y seguía con sus cosas. De repente el chiquillo exclamó "¡Missi es mala!". "No, cariño. Missi es buena ¿Por qué dices eso?" le contesté yo entrando en el salón. Mi niño estaba poniendo pucheritos y agarrándose una mano con la otra. "¿Qué ha pasado?" exigí saber.

"Nadaaaaa. Missi no me ha hecho nada malo. Ni me ha mordido ni nadaaaaa". Me soltó el peque con voz llorosa.

"¿Te ha mordido Missi?" le pregunté directamente.

"Noooo. No me ha hecho nada malo. ¡Nada malo!" contestó con más pucheritos.

Le acerqué a mi regazo y le hice unos cuantos mimos para conseguir que quitara la mano y me dejara ver los daños. Apenas una marca roja sin importancia. Nuestra gata muerde de cariño cuando está muy a gustito. Si se lo hace a otro gato éste lo toma como una caricia porque tiene la piel bastante dura, pero a los seres humanos nos hace un poco de daño. Nunca pensé que pasara con Daniel. ¡Cómo va a estar a gusto con un niño que la trae por la calle de la amargura! A lo mejor fue un mordisquito de advertencia.

Pensé que le serviría de lección, pero ¡que va! Hoy la empujó sin contemplaciones del sofá para sentarse él. Pobre Missi.

jueves, 25 de octubre de 2012

Your blog is great

¡Qué sorpresa! Navegando por los blogs me he encontrado este premio tan bonito. Me lo han dado Vaya Telita Diseño exclusivo. Vaya y Telita son dos amigas del alma que se han lanzado de cabeza al mundo de la moda a través de ropa de diseños innovadores a cual más precioso. Y de paso nos van contando sus experiencias, nos resuelven dudas, nos abren su corazón... ¡Vamos! que su blog es encantador. Muchas gracias a las dos por este premio y espero que Vaya se mejore pronto.

Tengo que pasarlo a diez blogs. Allá voy.

- Descubriendo un nuevo mundo
- Ser madre ¡Toda una aventura!
- Creciendo juntos
- El blog de Renee
- Trendy Children
- Como ser mamá y no morir en el intento
- Tersina y sus cosas
- La invasión twin
- La jirafa
- Azul Celeste

Una tarde muy "tonta"

Ayer había programado una tarde completita. Estaba segura de que los niños la disfrutarían al máximo, pero, por lo visto, Daniel no estaba con ánimos de disfrutar nada. Cuando le recogí del cole empezó a llorar y así estuvo el noventa por ciento del tiempo. Cualquier mínima contrariedad era excusa suficiente para abrir el grifo.

Primero les llevé a casa para merendar. Con Iván muy bien. Se tomó el plátano encantado. Pero el mayor no quería lo que le daba y exigía lo que no tenía. Harta de oirle lo bajé al cumpleaños del hijo de un vecina para que merendara tarta al menos. Allí el bebé se puso fino a donuts y Daniel se lo pasó genial con la hermana del homenajeado, que no paró de dibujarle ambulancias, coches de policía y de bomberos para que él los coloreara. Aún así tuvimos momentos de disonantes berridos.

Cuando ya iba a llamar a una amiga para anular la siguiente actividad programada pareció calmarse un poco, así que decidí llevarles al cuentacuentos de la biblioteca con todas sus consecuencias. Llegamos un poco tarde con lo que no nos enteramos si el narrador era un mercader árabe, un paje de palacio o un conductor de camellos. Daniel se sentó enseguida en el tatami a escuchar el cuento sobre los animalitos del bosque. Era uno corto para hacer a los niños entrar en ambiente. Después empezó el de la reincesa que bostezaba todo el tiempo. Su padre, el rey, intentaba encontrar lo que la hacía bostezar. No era el hambre, ni el sueño, sino el aburrimiento porque no tenía amigos. Al final encontró amigos y dejó de bostezar. El conductor de la historia sacó a varios niños y los disfrazó de rey, princesa, mago... Así los metía mejor en la narración. También hubo un truco de magia en el que hizo aparecer caramelos para todos. Como gran colofón final les regaló a los niños globos alargados con los que hizo espadas. Mi hijo estaba pletórico y no dudó en hacer el bruto con sus amigos hasta que se le estalló el globo y comenzaron otra vez los lloros.

Mientras Daniel la liaba en el cuentacuentos, Iván tampoco paraba quieto. No quise llevar comida en esta ocasión para seguir las normas y lo pagué porque no tuve ni un segundo de tranquilidad. Y eso que las madres allí reunidas me echaron muchos cabos. Aún así hubo daños y perjuicios, porque, en una de esas en las que fui a reñir a Daniel para que se estuviera callado y sentado, se me escapó Iván y fue a parar con los morros en la esquina de una columna. Enseguida se le fue el disgusto, pero la marca de la cara tardará más en abandonarle.

Salí de la biblioteca jurando y perjurando que no iba a volver, pero Daniel aseguraba a gritos que se lo había pasado muy bien, así que, seguramente se me olvide todo esto la próxima vez que organicen el cuentacuentos y vuelva a asistir con mis dos fieras.

Agotados todos aterrizamos en casa donde nos esperaba papá, que también había tenido un día tremendo. Entre los dos progenitores bañamos a los peques. Daniel cambió el llanto por una sonrisa cuando su padre le aseguró que esa noche tendríamos de postre tarta de tortitas, fresas y moras (desde que vio en Peppa Pig que comían tarta de fresas y moras y tortitas nos ha vuelto locos con el tema). Raúl añadió Nocilla al invento y dimos buena cuenta de él. Eso sí. A pesar de la tabarra que había dado, el primogénito se empeñó en que las fresas y las moras no le gustaban y no probó ni una. ¡Ultima vez que le hago caso! Todo lo que compro por su capricho acabo comiéndomelo yo.

El momento de acostar a los chiquitines fue uno de los más esperados. Os quiero mucho niños, pero con un día como el de hoy como mejor estáis es soñando con los angelitos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Mi hermanito es MÍO

Daniel hace mucho caso a Iván. Para lo bueno y para lo malo. Tanto para hacerlo reír cómo para hacerlo llorar. Lo normal es que se peleen por un juguete indistintamente de quién lo cogió primero. La mayoría de las veces, mi primogénito me señala a su hermano para que me lo lleve a otro lado y así deje de estropearle el juego... Pero cuando aparecen en escena los amiguitos del mayor y empiezan a hacerle carantoñas al bebé, Daniel se vuelve todo miel hacia Iván y hace lo posible por acaparar su atención.

El otro día, fuimos al parque. Dejé al chiquitín a su aire para que caminara a su antojo cuando Luis, un amiguito de Daniel, le cogió de la mano y le acompañó en su camino. Iban los dos tan contentos hasta que el grande se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Entonces, mi hijo mayor le cogió la otra mano a su hermano. Al principio la cosa fue bien. Daba gusto ver a los tres jugando. Pero al tiempo acabaron tirando cada uno de un brazo del bebé y hubo que intervenir. El brutito del Iván no lloraba, pero empezaba a cambiar la risa por una cara de espanto que no presagiaba nada bueno.

Afortunadamente el enano acabó en mis brazos mientras los dos niños se miraban con inquina por haberse fastidiado mutuamente la diversión.

Me alegra que los dos jueguen juntos, pero me gustaría que fuera por amor y no por celos.Todo se andará.

martes, 23 de octubre de 2012

Premio Por tu Naturalidad

Una nueva amistad bloguera llega con un premio debajo del brazo. Me quedé muy sorprendida cuando leí el comentario de Una bichillo en casa. Hacía poco que había descubierto mi página, le había gustado y me daba el premio "Por tu naturalidad". No cabía en mi de gozo... Y de curiosidad. Yo tampoco conocía su blog y no podía perder ni un segundo en remediar semejante situación. A medida que leía me enganchaba más y más. Esta chica tiene un don para escribir. Sobre todo relatos. ¡Me encantan! Anoche le conté a Daniel "El rey egoista" y "El sueño de Alma", le gustaron mucho, aunque el primero no lo entendió. Estuvo aseteándome a preguntas un buen rato. El segundo le encantó y dijo que él también quería cazar estrellas esa noche, pero no como jirafa. Él sería un gato, que es su animal preferido. "Un gato ¿Eh, mamá? Yo un gato como missi. Negro mamá" insistía una y otra vez mientras le conduje a la cama. "Sí cariño. Un gato, que saltan muy alto. Así cogeráss muchas muchas estrellas" Y se fue a dormir impaciente por convertirse en gato y cazar las estrellas.

También disfruto con los post dónde nos cuenta su experiencia con la bichillo, una niña preciosa que aparenta ser muy buena. Me siento muy identificada con muchas de sus anécdotas. En resumen, que estoy pletórica por recibir el premio, pero más contenta aún porque me ha dado la oportunidad de conocer a la bichillo y su familia.

Éste galardón hay que pasarlo a diez blog con menos de 200 seguidores. Estos son mis nominados:

- Vaya Telita Diseño exclusivo
- Una nueva vida
- Diario de una mami búho
- El camino para ser mamá
- Bizcocho de chocolate
- Cómo naciste
- Spatium Quietis
- Diario de mi embarazo y de mi maternidad
- Blogueando -de mi peque y otras cosas
- Y papá también

lunes, 22 de octubre de 2012

La rana Tana motiva para aprender buenos hábitos

Un día, al sacar el tupper dónde le meto la merienda a Daniel de la taleguita, cayó un papel doblado al suelo. Lo recogí, lo desdoblé y resultó ser un poster de la mascota de la clase dónde aparecían una serie de hábitos y caminos de colores para poner pegatinas con los logros del pequeño. Por mucho que busqué no encontré las pegatinas, así que decidí hacerme con las mías propias.

Raúl le colgó el poster en la habitación de los juguetes y allí lo encontró el peque una tarde. Enseguida me preguntó por él. Todavía no había comprado los gomets, pero tenía a mano unas pegatinas de peces, ballenas y tiburones que le salieron en un huevo de chocolate en una ocasión. Le fui preguntando si se había lavado los dientes, las manos y la cara, si había ido al baño todas las veces necesarias, si había recoclado papel, si había recogido los juguetes... A todo decía que sí mientras estiraba la mano para alcanzar un pececito.

El respeto a los animales no se lo concedí. Tengo dos testigos, además de víctimas en casa que pueden afirmar que no lo respeta: Missi y Fantasma. Escuchar y respetar la palabra se lo regalé, porque no creo que lo haga. Vestirse solito tendrá que esperar, porque aún no sabe y lo veo demasiado pequeño cómo para hacerlo. Le he dicho que cuando ponga todas las pegatinas se llevara una sorpresita. Está emocionado.

"¡Mami, estoy recogiendo los juguetes!" me grita desde lejos, "Mira mami, he apagado la luz", me explica mientras da al interuptor, "Yo tiro el papel, yoooooo" exige en cuanto nos ve que vamos al contenedor de papeles...

Ha empezado muy motivado, ya veremos cuando pasen unos días...

domingo, 21 de octubre de 2012

La carrera de la Ciencia

Por fin llegó el día. Raúl se puso su equipo deportivo y se fue tan feliz a recorrerse el Paseo de la Castellana. A mí me hubiera gustado ir a verle correr, pero esa zona no la conozco bien y no se si tengo algún lugar adecuado para que mis hijos jueguen mientras su padre corre. Así que me llevé a los niños al parque y a desayunar a casa de la madre de Hugo. Compramos churros y nos pusimos como el quico, bebé incluído.

Entre el parque y la emoción de jugar en otra casa, llegaron los dos cansadísimos a casa. Iván se me durmió por el camino y acabó en la cuna sin su puré de verduras. No me preocupó en absoluto porque entre los churros, que compré yo, y las galletas de chocolate, que puso mi amiga, no había parado de engullir. Daniel, por su parte, se derrumbó en el sofá y allí espero a que volviera su padre de la carrera.

Raúl vino muy feliz. Le debió gustar la experiencia porque ya está pensando en la siguiente carrera a la que se va a apuntar. Esta vez, una que se organiza en un parque para que su mujer e hijos puedan verle llegar a la meta.

sábado, 20 de octubre de 2012

Una feria medieval de barrio

Una amiga me avisó de que habían puesto una modesta feria medieval en el barrio y no dudamos ni un segundo en ir a visitarla. Daniel se empeñó en salir de casa vestido de pirata, pero al rato se cansó y me dio todos los bártulos para que los cargara yo.

El evento nos sorprendió gratamente. Habían desplegado una serie de mesitas de madera con juegos educativos para los niños: tamgrams, puzzles, una torre de Hanoi, juegos de puntería... Estaban hechos con madera, cuerdas y metal. Mis dos peques se lo pasaron en grande saltando de una mesa a otra para manipular las piezas.

Cuando nos cansamos de estar allí nos adentramos en los puestos. En la avenida nos topamos con un caballo, ponis, cabras... Era increíble lo desplazados que se veían esos animales en las calles del barrio. Y lo limpia que estaba la acera a pesar de su presencia. Me dieron un poco de pena, pero los niños disfrutaron mucho teniéndolos tan cerca.


En el paseo no me resistí a comprar a Daniel una flauta preciosa y a Iván unas maracas. Mi niño mayor llevaba días pidiéndome una. Se la había visto al hermano pequeño de un amigo suyo y se le había antojado tener una. En cuanto cayó en sus manos se puso a tocarla como un loco y a cantar la canción del capítulo de Dora la Exploradora "La flauta de Pablo": "One, two, three, four, fiiiiiive..."

En un recoveco habían puesto unos tinglados sonoros para que jugaran los niños. Otra parada obligatoria para que los chiquillos los manipularan a gusto.

Después de un buen rato de disfrutar de la feria decidimos volver a casa. ¡Estábamos agotados!