sábado, 30 de noviembre de 2013

El circo: ¡¡Todo un espectáculo!!

Este año hemos llevado por primera vez a los niños la circo que ponen cada Navidad en Madrid. Nos parecía que Iván era demasiado pequeño, pero que Daniel lo iba a disfrutar. Al final se lo pasaron bomba los dos, pero por las noches les dio pesadillas. ¡Quién lo hubiera dicho!

A Daniel lo que más le gustaron fueron los trapecistas y el coche que se convertía en robot. Y a Iván los leones, que, en realidad, eran tigres, pero no hubo manera de sacarle de su error.

A mí, la verdad, es que lo animales de circo me dan mucha pena. A estos se les veía bien alimentados y lustrosos, pero esa música estridente y esa luces deslumbrantes en cada actuación no puede ser bueno para ellos.

´Cuando le anuncié a Daniel, unas horas antes del acontecimiento, que íbamos al circo se puso como loco de contento. Desde entonces sólo tuvo una idea en mente: comer algodón de azúcar, como hacen Dora y Botas en el capítulo dedicado al león de circo. No paró de insistir hasta que le compré uno. Y... Claro, si se lo compras a uno lo quiere el otro, así que el pequeñajo iba estampando algodón de azúcar por todos los sitios por donde pasaba. Y al final el suyo se lo tuvieron que comer entre papá y mamá. ¡Con lo que empalagan esos dulces!

Fuimos con unas amigas y sus hijos y una de ellas trajo figuras de chocolate para todos. ¡¡Era la fiesta de las caries!! ¡¡Yujuuuu!! Pero los niños encantados.

El espectáculo estuvo muy bien porque los números eran muy variados y algunos incluso originales, como el del hombre laser, que hacía virguerías con las luces a ritmo de discoteca. Los peques se rieron con los payasos, se mantuvieron en tensión con las acrobacias, alucinaron con los tigres, los caballos, los camellos y los elefantes... La única pega es que fue muy largo y hacia el final empezaron a desmandarse. Iván se tiraba sobre mi emulando a las estrellas cirquenses y Daniel no podía estarse quieto en su sitio.

Durante toda la sesión me tocó cambiarle el pañal a Iván dos veces y he de decir que ya alcanzo niveles de maestría. Una pena que se lo estemos quitando justo ahora que parece que llego al último nivel de dificultad. Le llevamos con pañal al espectáculo porque no veíamos viable lo de llevarle al baño cada hora de las tres que estuvimos allí, entre colas, esperas y actuaciones.

Después del circo, y como algo excepcional, los llevamos a cenar a una hamburguesería. Parecía que los chiquillos se habían vuelto locos, corrían , saltaban, trepaban por las paredes... Cuando Iván empezó a llorar demasiado y yo me sentí claramente agotada nos despedimos de los amigos y nos fuimos a casa a descansar.

Aunque, como ya digo, el circo les dio pesadillas y me dieron una noche terrorífica.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Las dos caras de la moneda de dejar el pañal de día

Desde el fin de semana pasado, y bajo instrucciones precisas de su cuidadora de guardería, le retiramos el pañal a Iván por el día. Sólo tendríamos que ponérselo cuando se fuera a la cama, pero no tengo pantalones suficientes para soportar lo que estamos viviendo y tras el baño de las seis de la tarde le coloco un pañalete como quien no quiere la cosa.

El caso es que pasa algo raro con este chiquillo. Hace muy poquito pis, pero muchas veces. Es decir, mancha muy poco los pantalones, pero no le vas a dejar con esa mancha de pis, así que le cambias y a los diez minutos los ha vuelto a manchar un poquito. En una hora le puedo cambiar dos veces mínimo de pantalón. Y eso que le siento cada hora en el váter, porque no quiere orinal.

En cambio, en la guardería todo es color de rosa. Mancha como mucho dos pantalones en seis horas y media. De hecho, hoy no manchó ninguno... hasta que fui a buscarle. Fue bajar las escaleras, mirarme con cara de circunstancias y soltarme un "Mamá, pipí". Yo ya sabía que no se refería a que quería ir al baño. Tocó dar media vuelta para buscarle un recambio en su mochilita de la clase.

El resto de la tarde la situación no mejoró nada. Le cambié de pantalones hasta que se me acabaron y ni siquiera eran las seis de la tarde. De todas formas le preparé el baño y ¡zas! pañalete en el culete y a despreocuparme un rato.

Hablé con su profesora de esto y ella habló con él delante mía:
- Iván, tienes que ir al baño cuando diga mami
-¡¡Vale!!
- Cuando te pregunte si quieres hacer pis y tienes ganas te vas con ella al orinal.
- ¡¡Vale!!
- No mojes más cazoncillos ¿vale?
-¡¡Vale!!

Y se fue tan tranquilo borrando de su mente la conversación a cada paso que daba.

Mucho me temo que me va a tocar pasarme a comprar más pantalones o la lavadora se me va a declarar en huelga y me va a denunciar por explotación :S

jueves, 28 de noviembre de 2013

Reunión 2 años de Iván

Primera reunión de este curso de guardería y millones de cosas interesantes. Me encanta la profesora titular de esta clase porque te habla sobre muchísimos temas acerca del desarrollo de los peques y de como podemos ayudarles los padres.

Para empezar hay que fomentar la autonomía, pero hacerles ver también dónde está el peligro: "Muy bién que te has subido tu solito a la silla, pero utiliza las dos manos porque si no te caerás y te harás pupa". Otra forma de motivarles es darles pequeñas tareas como que dejen ellos su abrigo en el perchero al llegar a clase o que ayuden a vestirse a su mismos metiendo la manita en la manga si que nosotros le dirijamos, etc, etc... Pequeñas cosas que para ellos son un mundo.

Tenemos que ponerles pocas normas, sencillas y bien definidas, porque tampoco podemos esperara que adopte muchísimas directrices a tan corta edad.

También hablaron de las perretas. La profesora aconseja ignorar a los niños cuando están inmersos es una. Cuanta más atención le prestemos más veces repetirán la jugada. Eso sí, teniendo mucho cuidado de que el peque no se haga daño. Nos explico que los niños tiene que aprender a esperar su turno. Si estamos inmersas en una tarea y nos llama hay que hacerle ver que acudiremos cuando hayamos terminado lo que tengamos entre manos.

Un punto que me pareció importante fue el relativo al lenguaje. Hay que hablar mucho con ellos y establecer un diálogo. Preguntar cosas concretas, no sólo "¿Que tal lo has pasado en el cole?", sino también "¿Has pintado hoy? ¿Os han contado cuentos?". En relación con esto, es importante contarles mucho cuentos para que adquieran vocabulario y para alimentar su imaginación.

En clase ya han dado las manos, triste, contento, el círculo, el color amarillo, grande y pequeño, dentro y fuera... En psicomotricidad han pasado de la rampa a la escalera y por eso Iván se empeña en bajar por las escaleras siempre que voy a recogerlo. Les están enseñando a jugar por rincones temáticos sin mezclar los juguetes y a recoger cuando terminan. Confieso que Iván recoge mucho mejor que su hermano mayo. A ver si le dura.

Les dan cucharas ara comer en el comedor porque los tenedores les parecen muy peligrosos (y ya no decimos nada de los cuchillos), si la golpean contra la mesa les advierten sobre su mal comportamiento y a si reinciden se la quitan y dejan que coman con las manos. Si se levantan, les vuelven a sentar con la advertencia de que a la próxima se la quitan y si vuelven a levantarse les toca comer de pie. Les obligan a probarlo todo, pero no a comérselo entero.

La profe titular nos aconsejó que en casa usáramos con ellos el preaviso para que se fueran preparando para la siguiente actividad. Es decir, si está jugando y le toca baño, le vamos anunciando que en quince minutos vamos a empezar a preparar la bañera.

Las cuidadoras piensan que ya empiezan a interactuar entre ellos a la hora de jugar, aunque siguen arañando y mordiendo para conseguir lo que quieren. Incidieron en la importancia de seguir unos horarios establecidas para que sepan en todo momento lo que va a ocurrir a continuación y se sientan cómodos y tranquilos. También es primordial acostarles temprano para que lleguen al cole descansados.

Y muchas cosas más que no recuerdo. ¡Fue una reunión muy completa!

Daniel y su barriguita

Mi primogénito se ha puesto malo del estómago. No sabemos qué tiene, pero él asegura que le duele mucho y casi no come.

El primer día que notó los síntomas se retorcía sin poder estarse quieto y lloraba sin consuelo: "Mami, ¡cúrame!, por favor, ¡cúrame!" Y mami, desolada, le daba manzanilla que no quería, le ponía una bolsa de hierbas caliente, que le molestaba, le pedía que se tumbara en posición fetal un rato, y le era imposible.

Desesperada hice ronda de llamadas a suegra, abuelas, madre... Todas conocían los mismos remedios que yo. La única que aportó algo nuevo fue mi hermana que me recomendó que se tumbara boca abajo, pero el peque era incapaz de estarse quieto. De nada valían mis mimos, ni mis caricias. Acabó por llamar a su padre a gritos pensando que él traería el remedio milagroso, pero cuando llegó a casa tampoco pudo quitarle el dolor de tripita.

Agotado se quedó dormido, por fin.

Al día siguiente parecía que la cosa marchaba bien. Se tomó un sándwich de jamón de york a media mañana asegurando que estaba muerto de hambre y jugó tan contento. Pero justo después de comer, comenzaron de nuevo los dolores.

Volvió a retorcerse hasta acabar dormido y ya amaneció al día siguiente, bastante flojo por lo poco que come.

Hemos optado por darle menos cantidad de comida más veces al día y todo muy suave: arroz, pescado blanco cocido, tortilla francesa, yogures naturales, jamón de york... Pero casi nada lo quiere.

A ver si empieza a comer y a coger fuerzas.

martes, 26 de noviembre de 2013

En el cole de Daniel ya ha empezado la Navidad

Ayer, al llegar a casa después de recogerles del cole, mi niño mayor me preguntó que íbamos a hacer. Le dije que hoy tocaba que ellos jugaran mientras mamá limpiaba y recogía. Últimamente, el resfriado me tiene con las defensas muy bajas y no tengo fuerzas ni para preparar actividades.

"Mami, yo quiero que me saques la figuras del árbol de Navidad" me pidió ilusionado.
"¿¿Las qué?? ¿Te refieres el belén?"
"Sí, sí, el belén" Asintió entusiasmado, "Es que en el cole ya estamos haciendo las fichas de Navidad y yo quiero jugar con el belén".
Inteté hacerle entender que aún era muy pronto para sacarlo y que, en realidad, no sabía ni dónde lo habíamos metido, pero el peque erre que erre me hizo buscarlo hasta debajo de las piedras.

Con el belén entre sus manos le advertí que no se lo enseñara a Iván porque las piezas se rompen con facilidad en sus embrutecidas manitas. De hecho, uno de los camellos está cojo gracias a él. Me lo prometió muy solemne y se construyó su belén tan contento.

Estaba jugando con Iván, a lo bloques blanditos (otro que me había convencido de algo no planeado), cuando me vino mi hijo mayor con cara de circunstancias y con una pata de camello en la mano. Le reñí por no haber tenido cuidado y volvía a guardar el belén. Le pegué la pata al camello y lo dejé secar.

A Daniel no pareció importarle nada de todo aquello. Se vé que ya se había aburrido de jugar con las figuras del portal. Su padre y yo estamos buscando un lugar bien alto para ponerlo a salvo de nuestras pequeñas fieras.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Cuento de terror

- Mamiiii, queremos un cuento de terror. Cuéntanos uno porfiiiii- Me pidió mi niño mayor muy zalamero la otra noche.

"¿Un cuento de terror?" pensé yo "¿Para que tengan pesadillas y mis noches sean aún más terribles?" mientras lo iba pensando se me iba encendiendo una bombillita en la mente.

-¿Queréis una historia de terror? ¡¡Yo os voy a dar la historia de terror más terrorífica de mundo!!- Les prometí.

- Una mamá veía tan tranquila la tele cuando, de repente, ¡un grito desgarrador rompió la tranquilidad dela noche! Con los pelos de la nuca de punta, la mamá se levantó y corrió como alma que lleva el diablo a la habitación de sus pequeñines.
Su hijo pequeño, de dos años, lloraba inconsolable: "Mamá. caca", gemía. La mami se cargó de valor para enfrentarse a ese pañal maloliente. Llevó al bebé a su cama, extendió una toalla, preparó los útiles, despojó al peque del pijama manta, del pantalón del pijama... peleando con esas piernecitas inquietas y tratando de evitar desastres. Cuando terminó de limpiar y de volver a vestir al chiquillo, lo dejó en su cama para que siguiera con su sueño.
Agotada por el esfuerzo, informó a papá de que se iba a la cama, pero no había tocado su cabeza la almohada cuando otro grito desgarrador hizo que se le desbocara el corazón. Temblando por lo que pudiera encontrarse volvió a acudir a la habitación de los niños. Su hijo mayor, de cuatro años, le informó que necesitaba ir al baño.
La mamá le ayudó a bajarse el pijama manta y dejó que el resto lo hiciera sólo por eso de alimentar la autonomía. Entre el sueño, la legaña pegada y la falta de coordinación, el pequeño mojó todo, menos el váter. Al borde del ataque de nervios, la mamá cambió al chiquillo, lo metió en la cama y limpió el baño a mil por hora.
Terriblemente cansada, le pidió al progenitor que cuidara de las fieras hasta que se fuera a la cama para que ella pudiera descansar. Papá le aseguró que él se encargaría de todo.
Más tranquila, volvió a meterse en la camita, cuando, de repente, un berrido desgarró la noche. Los lloros seguían y seguían y nadie acudía a ver que pasaba.
Aterrorizada, la mamá acudió al salón para ver que era lo que impedía a papá acudir en socorro de sus hijos. Se esperaba una escena digna de una película de horror, pero se encontró con que papá había cerrado la puerta mientras veía la tele y que era incapaz de oír a sus retoños. Tras comprobar que su marido estaba bien, corrió a la habitación infantil. "Mamá, ¡bibiiiii!" exigió su bebé con voz autoritaria.
La mamá fue a la cocina, llenó el biberón de agua, se lo tiró a papá por la cabeza, volvió a la cocina, lo relleno de leche y cereales, lo calentó en el microondas, lo agitó bien, se lo dio al peque y se volvió a acostar.
A partir de ahí pudo dormir un par de horitas antes de que su marido se metiera en la cama y le dejara las fieras a su disposición."

Los peques se partían con la historia. Iván se reía más de las muecas y voces que yo iba poniendo y Daniel del argumento.

Salí de la habitación pensando en la base real en la que se basaba el cuento. Eso me puso la carne de gallina.

Esa noche también fue terrorífica para mí.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Baile de virus

Que mal ha sentado el cambio de tiempo en esta casa. Todos tocados e Iván tocado y hundido. Seguro que la actividad del huerto de Infantil del viernes pasado ayudó un poco al resfriado a ganar la batalla.

El domingo tuvimo bebé con fiebre y muy flojito que sólo quería arrastrar su almohadita por toda la casa (con el consiguiente barrido de pelos de gato), buscar el rincón más frío de toda la casa y tumbarse ahí.

Las noches han sido demenciales. Ahora ha cogido la manía de levantarse de la cama y dar paseos nocturnos como alma en pena llamándome: "Mami, mamiiiiii". Huelga decir que suelo acabar durmiendo a su lado, o al menos, intentándolo.

Por las mañanas dormía como un ceporro justo las dos horitas previas a que papá y Daniel salieran de casa rumbo al cole. En cuanto se cerraba la puerta, saltaba de la cama como un muelle y parecía que le habían dado cuerda. Mami se ilusionaba pensando que ya estaba bueno y todo, pero todas las tardes teníamos terribles recaídas. De repente, a eso de las seis, el peque comenzaba a llorar desesperado y no había nada que le consolara.

Las mañanas las pasábamos entre Dora la exploradora (para que mamá pudiera sentarse al ordenador a currar), leyendo cuentos, pintando y tomando té con los animales de peluche...
Menos mal que ya parece que está recuperado. Lo malo de estás épocas son los malos hábitos que se les quedan a los niños. Ya están buenos, pero siguen demandando al misma atención especial que les has dado hasta el momento: Juego continuo, que te tumbes con él para dormir, mimitos sin fin... Y la casa, el trabajo y el resto de aspectos de la vida pueden esperar indefinidamente...

martes, 19 de noviembre de 2013

Tecnológicamente enganchado

Últimamente, mi chico mayor me pone cara de vinagre cuando le hablo de ir al parque, aunque luego se lo pasa genial entre los columpios y sus amigos. La razón es muy simple: está enganchado a los juegos del ordenador y a la Tablet.

Por muy educativos que sean: puzles, simulación de cocina, construir robots... Me parece demasiado que se rasgue las vestiduras cada vez que cruzamos el umbral de la puerta y no le pongo una pantalla delante de las narices.

Admito que es relativamente cómodo enchufarle en un rincón y dedicarme a mi quehaceres y al otro pequeñajo de la casa. Pero no me gusta la expresión que toma su cara.

Tampoco se abduce completamente. Se pasa todo el tiempo llamándome para que le arregle algo, le ponga uno u otro juego, me coma el helado que acaba de hacer u opine sobre el robot tan chulo que ha diseñado... Lo que me deja un poco tranquila acerca de sus neuronas, pero sin tiempo para la casa. En esas condiciones, me da lo mismo dedicarme a jugar con ellos que ponerles a jugar con ordenadores. Así que prefiero lo primero. Pero no es fácil convencerle. A día de hoy pierdo casi todas las batallas cuando intento hacer que se interese por otro juego menos electrónico.

Y ya lo último. Estaba recogiendo la cocina mientras tenía a uno con Dora la exploradora y a otro con la Tablet, cuando oí a Iván lloriquear. Me sequé las manos para averiguar que ocurría y me llegó la vocecita de Daniel: "No llores Ivancito. Veeeen que te voy a enseñar cómo se juega a la Tablet"

Nooooooo....

lunes, 18 de noviembre de 2013

Una tarde de lluvia

Me temo que tengo demasiado acostumbrados a los peques a estar fuera de casa, así que las tardes que acabamos dentro se les hace eterno. ¡Y no será porque no tienen juguetes! A veces, les saco uno u otro que hace mucho que no ven y están un ratito entretenidos, pero enseguida me buscan porque están aburridos y quieren que yo les saque de ese estado.

Navegando por internet me encontré con un tesoro maravilloso. Un post del blog Cosas molonas que contaban muchísimas actividades para hacer una tarde de lluvia con los niños e incluía imprimibles para construir tus propios juegos. ¡Una chulada!

Una tarde que nos sorprendió un aguacero saliendo del cole del mayor, me acordé de todas esas plantillas que había impreso emocionada. Las saqué para entretenerlos con ellas, pero me encontré con el primer hándicap: la poca paciencia de los interesados.

El primer juego eran plantillas con diferentes partes de cupcakes que superponías para hacer tus propias creaciones culinarias. Una verdadera monada que encantó a Daniel. Tanto que no podía esperar a que mami recortara las figuras para empezar, con lo que quedaron un poco churro, pero a él no le importó en absoluto.

Mientras el mayor creaba cupcakes de papel, el pequeño hacía figuras con palos de polo conmigo. Teníamos unas figuras en las que fijarnos, que se supone que tenían que hacer los peques. Lo intentaron un poco al principio, pero luego les gustó más pedirme a mí que las hiciera.

Daniel practicó sus líneas curvas con unos recorridos muy graciosos... y a lo tonto, a lo tonto, se nos fue la tarde. A ellos y a mí, que recortando, jugando con los palitos y dirigiendo los juegos me olvidé de la cocina y la lavadora. Huelga decir que tocó ocuparse de las obligaciones en cuanto los peques se metieron en la cama.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Regando el huerto de Infantil

El viernes fui a recoger a los niños con el firme propósito de irnos de cabeza a casa sin caer en tentaciones porque hacía un frío que pelaba. Pero el destino nos tenía preparada una sorpresa. Al llegar al cole del mayor me encontré con una mamá que dirigía la actividad extraescolar del huerto de Infantil y nos informó que hoy iban a plantar hortalizas de los semilleros a la tierra. Cuando nos invitó a quedarnos no pude decir que no.

Así que allí estábamos unas cuantas familias que nos habíamos apuntado de forma espontánea pasándolo bomba con la tierra y los niños.

Todos los peques tenían una idea fija en sus cerebros: regar las plantas recién plantadas.

Cuando llegó la hora, casi hubo tortas por llevar los cubos a la fuente del patio y ahogar literalmente a las pobres hortalizas.

Con la emoción los chiquillos regaban la tierra tanto como sus pantalones. Llegó un momento en que todos nos temimos una pandemia de pulmonía y la mami al mando puso fin a al actividad antes de la hora fijada.

Todos agarramos a nuestros pequeñines que se resistieron con uñas y dientes a abandonar tan divertida faena de jardinería, sobre todo el pequeño Iván, que lloraba a lágrima viva agarrado a su cubito y berreando "Aguaaaaaa, aguaaaaaa" como un descosido.

Resultado: mucha diversión y dos peques con tos.

Menos mal que hemos tenido un fin de semana tranquilo y se están recuperando.

jueves, 14 de noviembre de 2013

¿A ti tu hijo te cuenta algo del cole?

Lunes 17.05. Casita

"¿Qué tal hoy en el cole?"
"Muy bien, mami. Me ha crecido un cuerno en la frente muuuy grande"
"Ah ¿Sí?"
"Sí mami, de verdad. Y una cola muuuy larga en el culete. Y unas alas. Y pelo azul por toooodo el cuerpo. Y uuuñassshh afiladassssh..."
"¿Y no le dabas miedo a los otros niños?"
"¡Síiiiii! Mucho!"
"¿Y por qué ahora ya no eres un monstruo azul peludo con cola, cuerno y uñas afiladas?"
"Porque ¡me convertí en un niño otra vez!"
"¿Y la profesora no te tenía miedo?"
"Jaja mamá. Que tonta. Si era un niño otra vez..."

-------------------------

Martes 17.38. Parque

- No sé cómo hacer para que mi hijo me cuente lo que hace en el cole. Dácil, ¿A ti te cuenta algo el tuyo?
-...........

lunes, 11 de noviembre de 2013

La palomita inocente

Una tarde en la que un poco de frío había espantado muchas familias del parque, nos encontrábamos cuatro gatos en plena operación columpio cuando la repentina presencia de una paloma causó un revuelo entre Iván y otro bebé.

La paloma se posó en el suelo con gran elegancia. Iván la miró, el otro niño la miró... Y los dos iniciaron una catelosa marcha hacia el animalillo que acabó en estampida infantil. El bicho, en vez de huir aterrorizado, se lo tomó con calma. Corrió un buen rato con sus dos alborozados perseguidores. Incluso los fintó en un par de ocasiones. Volaba hacia la farola situada justo en el centro de la zona de juegos, descansaba un poco y volvía a bajar.

Cualquiera diría que se lo estaba pasando bien jugando con los pequeñajos. Yo veo semejantes mastodontes avanzar hacia a mí y pienso alas para qué os quiero, pero la paloma se jugaba el tipo una y otra vez para hacer las delicias de los chiquillos.

Tras un buen rato de jugar al pilla pilla, los peques se despistaron con otras cosas. Iván, por ejemplo, vino a pedirme agua. Y cuando volvimos a mirar a la farola... ¡la paloma había desaparecido! La pena de Iván era inconsolable. "¿Paoma? ¿Paoma? ¡¡¡¿Paooooma?!!" gritaba una y otra vez con la lagrimilla en el ojo. Pero la paloma no volvió.

Y nunca más la volvimos a ver. Supongo que se cansó de los dos pequeños humanos pesados que no la dejaban degustar tranquila los restos de merienda.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Safari fotográfico en El Pardo

Raúl nos propuso un plan de lo más atractivo para este sábado. Resulta que encontró una red social en la que la gente pone en común fotos de fauna y flora con lo que sepan y el resto de la comunidad va enriqueciendo la información sobre la foto que subes. ¡Es una auténtica wikienciclopedia de la naturaleza! Se llama Project Noah y mi maridín se ha sumado a dos misiones de las que ofertan: una de fotos en las que predominen el color rojo y otra en la que hay que subir imágenes de setas, hongos y champiñones.

Sin pensárnoslo dos veces nos plantamos en El Pardo de safari fotográfico. Los niños iban en busca y captura de plantas y animales curiosos muy emocionados. Los papis les contábamos nuestros escasos conocimientos sobre la naturaleza, mientras paseábamos entre árboles y arbustos.

Los chiquillos se cansaron pronto de jugar a ser botánicos y biólogos, se armaron con sendos palos para atacar a los malvados árboles y arbustos. Iván tomaba una postura de guerrero, entrecerraba los ojos, rugía "maaaalossssh" y cargaba con furia contra su enemigo. Daniel simplemente golpeaba alegremente.

Sus progenitores les reñíamos todo el tiempo porque la idea era inculcarles el amor por la naturaleza, no comenzar una guerra de la humanidad contra la naturaleza. A veces, volvían al buen camino y se paraban a admirar una seta, el agujero de una madriguera o una rama extraña.

Volvimos a casa cargados de documentación gráfica y muy contentos por haber pasado una mañana tan agradable.

Papá no perdió mucho tiempo en subir las fotos a la red social. Enseguida empezaron a comentarle y a darle información sobre el tipo de seta o la especie de escarabajo que habíamos encontrado. ¡Es increíble! Me ha encantado esta iniciativa.

Si queréis ver las fotos que subió Raúl os podéis meter en la página de su perfil: http://www.projectnoah.org/users/rgcmme



sábado, 9 de noviembre de 2013

La operación pañal en pañales


Hace ya un par de semanas que estamos inmersos en la operación pañal de Iván, pero nos lo tomamos con mucha calma.

Desde la guardería nos han dicho que no le quitemos el pañal, pero que lo sentemos cada hora y media o dos horas en el orinal con el culete al aire a ver si suena la flauta. El caso es que el pobre Ivan está poniendo más ganas de yo. Hay días que me busca al grito de "¡Orinaaaal, mami! ¡Orinaaal!", porque la mami está inmersa en un millón de cosas y se le ha olvidado sentarle.

Encima, su profe me aseguró que ponerlo a hacer pis en un árbol tan pequeño era muy poco efectivo y como hace unos días maravillosos nos pasamos las tardes en el parque sin dar la posibilidad al bebé de hacer una operación pañal como dios manda.

Hasta mi marido se lo ha tomado más en serio que yo. Que desastre. Me tengo que poner las pilas con este tema. Aunque creo que en cuanto me den la orden desde su cole de ¡fuera pañal! las cosas van a ir mucho más rápido.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La dichosa manía de la almohadita

Últimamente, a Iván le ha dado por llevarse la almoahada de su cama al salón arrastrándola por todo el pasillo, soltarla delante de la tele y ¡ala! a ver la tele tirado en el frío suelo. ¿Se nota que no me hace ninguna gracia? No sólo porque me limpia el polvo de allí por donde pase, sino porque coge frío a lo tonto. pero no hay manera de convencerle de que no lo haga. Es muy cabezota este chiquillo. En cuanto no miramos ya está de nuevo plantado en el mismo sitio con la almohadita.

Incluso, se sube de extranjis al piso de arriba en la casa de Covarrubias para hacerse con su preciado tesoro. Cuando le veo tan a gusto con la almohadita me entran los siete males de pensar que ha subido, ha bajado y, lo que es peor, ha arrastrado él solito la maldita almohada por las escaleras. Para haberse matado.

martes, 5 de noviembre de 2013

Ambientación Halloween

El jueves por la tarde me encontré la guardería ambientada para dar la bienvenida a los espíritus esa noche. A Iván le llamaron mucho la atención las linternas calabaza que habían dispuesto en la entrada. Tanto decirme con Daniel que esa no era fiesta para bebés y han caído al final en la vorágine "truco o trato".

Con las sonrisas maliciosas y brillantes de las calabazas corrimos a por el mayor, que nos sorprendió con adornos de araña y telas de araña en la cara. Estaban todos muy graciosos, pero luego no había manera de borrar los dibujos de los mofletes. Y eso que froté hasta que el chiquillo protestó enérgicamente.

La tarde de los espíritus la pasamos con una actividad muy divertida que vi en el twitter de Me lo ha dicho Margarita, un auténtico puzle gigante de esqueleto. A mi niño mayor, le encantó. Y al peque le llamó mucho la atención. Así hicimos tiempo hasta la fiesta de Halloween en el parque de bolas.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Un Halloween espeluznante

La tarde de Halloween llevé a los chiquillos a una fiesta de disfraces en un parque de bolas a la que iban mucho amiguitos del mayor. Una de esas celebraciones en las que los niños se lo pasan genial y los padres no ven la hora de huir de allí. De vez en cuando saludaba o charlaba con un papá o mamá amiga, pero en general corría detrás del pequeño gato para que no me lo escachuflaran irremediablemente. El monstruo cara cambiante se buscaba la vida que para eso era ya mayor y estaba entre amigos. ¿Y quienes son estos monstruitos que me acompañaban? Pues Iván y Daniel convertidos en criaturas de la noche para estar a tono con la festividad yankie.

Daniel eligió su disfraz. Desde que lo vio en un libro de una cafetería con zona de juegos infantil no pudo quitárselo de la cabeza. Se trataba de una máscara con ventanita en la que asomaban diferentes caras según rotaras las cartulina que contenía dentro. Me pareció una idea tan original que cumplí los deseos de mi primogénito y le hice la máscara de monstruo cara cambiante. Evidentemente, en el parque de bolas iría sin la máscara, así que completé su atuendo con una camiseta de esqueleto muy graciosa. Pensaba pintarle la cara, pero salió de clase con maquilla de araña y tela de araña y así se lo dejé.

Al pequeño le vestí de gato porque llevaba una buena temporada imitando de forma recurrente a este animal, posiblemente, porque convivimos con dos felinos. Estaban muy graciosos.

Después de una velada bestial saltando entre bolas, toboganes, figuras acolchadas... Disfrutando de la actuación del mago, engullendo su merienda a base de sándwiches mixtos, chuches terroríficas y patatas fritas, de asustar a los allí reunidos con la máscara de cuatro caras y maullidos terroríficos... Pensé que dormirían toda la noche a pata sueltas, pero el destino quiso hacerme el "truco" y se pusieron los dos malos (curiosamente, en el parque de bolas estaban perfectamente). Daniel durmió fatal con una tos de ultratumba e Iván vomitó un par de veces al estilo niña del exorcista.

Tras cambiar las sábanas dos veces (haciendo trabajar a destajo a la lavadora) y restregar con la espuma antimanchas de tapicería para hacer desaparecer cualquier rastro de olor, decidimos que papá dormiría con Iván y mamá con Daniel para evitar más insomnio.

Tras una noche terrorífica, papá se levantó lo bastante bien como para decidir que no había motivo suficiente para cancelar el viaje al pueblo. Preparamos todo y nos metimos en el coche. Todo iba muy bien hasta que Iván volvió a hacer el numerito de niña del exorcista. Sin perder la calma (el padre, porque la madre sí que la perdió un poco) limpiamos el desaguisado con toallitas, cambiamos al bebé con ropa que sacamos de la maleta y pusimos el jersey del padre para no sentarlo sobre un asiento húmedo (recayó en él por tomar la decisión de irnos al pueblo).

Entre el atasco y la parada técnica llegamos tardísimo. Iván estaba derrotado, así que lo metí en la cama directamente. En cuanto comí, le seguí al mundo de los sueños. Mientras papá y Daniel fueron al encuentro de los primos para correr aventuras sin fin.

Al chiquitín le resguardamos en casa hasta el sábado por la tarde. Había comido bastante bien y estaba deseando pisar la calle, así que lo abrigamos muy bien y lo sacamos a que le diera el aire. Fuimos a buscar a Daniel, que se había quedado a comer son sus adorados primos. Iván había recobrado todas sus energías así que me quedé tranquila y por fin pude disfrutar de Covarrubias con tranquilidad. Daniel sigue con la tos asquerosa, pero no pierde ni un ápice de energía, así que tan mal no puede estar.

Ahora mismo la más damnificada soy yo con mis azuladas ojeras que dan verdadero miedo.