martes, 29 de noviembre de 2016

Cocina con corazón en La Vaguada

El domingo nos pasamos por La Vaguada para asistir a una clase multitudinaria de cocina para niños. Habían montado un chiringuito muy chulo para que los peques se lo pasaran bomba creando tartas, galletas y tartaletas gracias a Tescoma y Bricolaje Soriano.

Nosotros nos apuntamos sólo al taller de tartas, por probar y luego me arrepentí de no haberles apuntado a más porque les encantó y ya no quedaba ni una plaza. Enseñamos nuestra entrada y me dejaron pasar con los peques porque Iván se negaba a dar un paso si no era con su mamá.

Me quedé muy cerca de ellos para vigilar que no se comían su base de bizcocho. ¡Capaces son! Muy pronto los dos profes chef empezaron a animar el cotarro. La verdad es que eran muy divertidos y los peques se lo estaban pasando en grande.

Cada uno hizo una minitarta y, al terminar, pidieron, la votación del público. Los gritos exacerbados de Mari pili se mezclaban con los enfervorecidos de Valentín. Y a mí no me quedó claro quien ganó al final, pero el caso es que a los míos les dije que Valentín porque se estaban dejando las cuerdas vocales en la votación por él y así se pusieron de lo más contentos.

Durante el taller tenían que cortar una base de bizcocho en tres trozos redondos de diferentes tamaños y montar tres pisos a base de nata, chocolate y frutos del bosque como arándanos y moras.

Se lo pasaron genial cortando y pringando alegremente. Yo les ayudaba en lo que podía. Lo malo es que tenían de todo: cortadores, bases, ingredientes deliciosos, gorro, delantal... Pero ¡no habían servilletas! Así que yo hacía lo que podía con dos míseros clinex y dos peques hasta las cejas de nata.

Los profesores corrían por los pasillos ayudando a los peques, gastando bromas, echándoles nata directamente a la boca... ¡un despiporre! ¡Ah! y sacándose fotos con un palo Selfie como si no hubiera mañana.

Les quedaron unas tartas de lo más tambaleantes, pero había que ver sus caras de orgullo. Llevaban la caja que nos facilitaron para portarlas como si fueran el mayor tesoro. Ese día el postre fueron sus tartas y, la verdad, es que estaban buenísimas.

Nos ha encantado el taller y esperamos que lo repitan pronto porque es una actividad genial para hacer en familia.




lunes, 28 de noviembre de 2016

Akira Comics: especial Roald Dalh y mujeres protagonistas

Hacía mucho que no nos cuadraba pasarnos por un cuentacuentos de Akira Comics y ya lo echábamos de menos, así que este finde vimos que era un plan ideal para el sábado y nos apuntamos sin dudarlo.

Daniel tenía una motivación extra y es que está enamorado del manga de Yokai Watch y le había prometido que en cuanto se leyera el primero e hiciera la ficha de lectura le compraba el segundo (lo que sea porque lea). Y sí. ¡Se lo leyó en una semana! Así que se frotaba las manos pensando en el segundo tomo.

Llegamos pronto a la tienda y nos hicimos con el preciado comic. Por su parte, Iván se antojó de un peluche del parásito de la toxoplasmosis peludito monísimo y no pudimos irnos de allí sin el que ahora se llama estrellita y al que se lleva a todos sitios. Curiosamente el gato no se acerca a él ni loco. Y eso que le encanta chafar peluches, pero se ve que sospecha que éste es peligroso.

Cuando acabó el primer turno subimos a la planta superior a tomar posiciones. No sin antes echar un vistazo a los juegos y Warhammer, que el tío de los peques les ha descubierto para bien o para mal.

Nos dieron la bienvenida Cthulhu y una cobra, digoooo, nuestra cuentacuentos habitual y su ayudante, pero con esas marionetas tan molonas en las manos.

Enseguida se metieron de lleno en una de las obras maestras de Roald Dalh, uno de los autores a los que se van a dedicar los cuentos de esta temporada: Matilda. Al mayor le flipó la historia y nos ha hecho prometer que conseguiríamos la película (Hubiera preferido que quisiera el libro... en fin).

Tras las aventuras y desventuras de esta niña tan especial, nos contó la leyenda africana de Bamako y el clásico de la Cenicienta, con baile marchoso incluido. Iván se arrancó tímidamente a bailar un ratito "La bicicleta", pero no tardó en sentarse como hacía su hermano. Mientras yo sí que bailaba, que a mí sí que me gusta. Y me lo pasé pipa. Por cierto, no tenía ni idea, pero, por lo visto, en un versión más antigua, la cenicienta se llamaba Rodope.

También nos reímos muchísimo con una canción a base de imágenes, en la que los peques se embalaban y la cuentacuentos les hacía trampas para despiporre de los allí presentes que nos reímos muy a gusto. No faltó Goreti, la niña espaguetti, un cuento original de nuestra cuenta cuentos que a mis peques les encanta  y que anima a comer de todo y sano.

Como toque final, un sugus y, de nuevo, la aparición estelar de Cthulhu, que estuvo jugando un ratito con Estrellita, que para eso son malvados y destructivos, cada uno a su manera.

El diez de diciembre van a celebrar el especial de Navidad, así que si no os lo queréis perder apuntaros a su newsletter accediendo a su web y escribiendo el email en la parte de abajo donde pone ¿Quieres recibir las últimas novedades? o mandad un email a Iván Marugan (ivi1976@gmail.com).


sábado, 26 de noviembre de 2016

Shinobi, guerra entre clanes

Durante las jornadas Ludo ergo Sum, nos regalaron un juego de Guerra de Mitos: Shinobi. Tenía muy buena pinta, pero tardamos bastante en estrenarlo por falta de tiempo. Por fin llegó el día y nos sentamos a la mesa con la clara intención de convertir nuestro Daimio en el gran Daimio de los clanes Ninja para llenar el vacío que ha dejado la misteriosa muerte del anterior.

Para conseguirlo sólo tenemos que lograr una cosilla de nada: ser el único superviviente.

Pueden jugar de cuatro a seis jugadores y en nuestro caso la partida fue de cuatro, así que cada uno eligió su clan (yo me quede con el de ¡Canzai! el del perro simpático). Y nos hicimos con nuestras cartas de ataque para organizar nuestras estrategias.

La técnica de juego se basa un poco en el mentiroso. Lanzas un ataque secreto y dices qué arma estás usando en alto. Puede ser verdad o no. Pero el ninja atacado pone el cubito negro en el arma que indique el atacante en el dibujo del reverso de la carta, en el que te viene los cuatro tipos disponibles. Todos los jugadores atacan a sus compañeros. Cada jugador tiene que tener delante tres cartas de ataque.

Entonces descubrimos dos cartas. Si son diferentes puedes denunciar incompetencia y si la otra también es diferente, los atacantes se llevan el punto de daño, si es igual se lo lleva el atacado. Si las dos cartas descubiertas son iguales, la víctima puede denunciar complot. Si la tercera carta es igual, los atacantes palman. Si es diferente palma la víctima. Cuando un jefe de clan pierde todas las vidas ya no puede ganar, pero sus ninjas siguen atacando, así que sigue jugando hasta el final. Me parece una idea genial para no aburrirte si eres el primero en perder.

La verdad es que te partes con este juego. Es muy sencillo y divertido. El último que quede con vida se convierte en el Gran Daimio y gana.

viernes, 25 de noviembre de 2016

La hora del código

Microsoft nos invitó a la presentación de una iniciativa educativa increíble, y muy necesaria, que se basa en acercar la computación a los niños para mejorar su presente y su futuro. A través de la organización Code.org y con el apoyo de la Comunidad de Madrid van a lanzar La hora del código durante la Semana Educativa de las Ciencias de la Computación, que se celebra del 5 al 11 de diciembre, y que consistirá en organizar una serie de talleres en los que los niños manipulen un programa muy parecido a Scratch pero con los personajes del famosísimo Minecraft como protagonistas para hacerlo más atractivo, si cabe, a los ojos de los peques.

Una de las razones por las que se han decantado por esta marca de juegos ha sido porque el 30 por ciento de los jugadores son niñas con lo que rompe con la idea preestablecida de que las ciencias y tecnologías son campos que atraen sobre todo al sector masculino. Esto está cambiando con gran rapidez.

La idea es que los chiquillos comprendan mejor el mundo que les rodea, porque miren donde miren encuentran robótica, programación, nuevas tecnologías... No quieren que se queden sólo en la punta del iceberg como usuarios sino que echen un vistazo a todo lo que hay detrás y sepan el por qué y el cómo de la computación.

Por eso, desde la Comunidad de Madrid se apoya todo proyecto novedoso que acerque a las aulas este tipo de conocimientos de forma efectiva. De hecho, en Secundaria, los alumnos cuentan con una asignatura obligatoria a la que han denominado Tecnología, Programación y Robótica que está dando un resultado sorprendente. Los alumnos se encuentran interesados y motivados para seguir de forma activa este tipo de asignaturas. Por ahora, no se puede decir lo mismo de Primaria, aunque mi experiencia con mis peques me dice que es un error que no comiencen en primero a sumergirse en este campo. Con siete años, Daniel ya llevaba dos usando Scratch para divertirse y crear animaciones sencillas, incluso con sonido. Y no creo que su interés desmedido sea algo aislado. Algo que a mí, tecnolerda de nacimiento, se me escapa totalmente. Desde Code.org aseguraron que incluso se puede comenzar antes y que existen tutoriales sobre programación para prelectores.

Con respecto a esta última afirmación sobre mi tecnolerdismo, desde la citada organización apoyan una difusión de la computación a todos los niveles, no sólo infantil. Hay que llegar a padres, profesores, abuelos... Y a todo aquel que sienta inquietudes sobre la realidad actual. Aunque no esperemos asumir esta nueva información con la facilidad de nuestros churumbeles.

La computación es un área de conocimiento que les sirve de ayuda para desarrollar habilidades que les hace mejorar en otras muchas asignaturas. Introducir la tecnología en la educación del niño es importantísimo si queremos prepararles para el futuro. Cuando los niños se conviertan en adultos gran parte de los puestos laborales que ahora conocemos habrán desaparecido para dar paso a otros muy relacionados con la informática.

Hasta la Fundación Real Madrid se ha querido mojar en este proyecto asegurando que es muy beneficioso para el desarrollo de la sociedad y que de eso saben mucho porque los deportes en equipo funcionan como pequeñas sociedades (con sus leyes, penalizaciones, comunidades, jerarquías...) y son el contexto ideal para transmitir valores.

Tras la presentación pudimos ver con nuestros propios ojos como se desarrollaba uno de los millares de talleres gratuitos que piensa organizar Microsoft en sus tiendas, centros de investigación, oficinas y ong's con las que tiene acuerdos repartidos por más de 60 países para acercar la programación a los niños. Los peques se lo estaban pasando bomba colocando líneas y líneas de código para que los protagonistas del famoso juego de estética cubista hicieran lo que ellos querían. La sorpresa se la dieron tres jugadores del Madrid que aparecieron de repente (aunque nosotros sí que sabíamos que iban a llegar) para darles una alegría mayúscula. Fliparon.

Esa misma tarde, hablé a mi marido del tutorial y enseguida mostró gran interés, como es informático no me extrañó nada. Al poco se había sentado con el mayor para programar escenas de Minecraft muy emocionados. Asegura que mañana se sentará con el pequeño para ayudarle con el tutorial, aunque Daniel se lo va a poner difícil porque está deseando empezar con el segundo. Por lo pronto ya nos ha dicho dónde quiere colgar su diploma de La Hora del Código.

Por cierto, si estáis interesados, en la web de Code.org encontramos estos tutoriales y mucho más gratis. Son ideales para niños.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

Lorenzo va al cole

Lorenzo se vino conmigo en el último Madresfera Bloggers Day. Es la mascota del Hotel Hesperia, dónde se celebro el evento, y nos regalaron un peluche de este monísimo osito polar y una mochilita con su imagen. En cuanto lo saqué de la bolsa, Iván se enamoró perdidamente de él. Es uno de los imprescindibles en su cama junto a perrito. Los otros van cambiando... Un día Frailecito, otro Brócoli, otro Natillas, pero siempre siempre tienen que estar Lorenzo y Perrito.

Hace poco Iván descubrió la mochilita del osito y se puso contentísimo. La cogió y la empezó a llenar con una libreta, un lápiz y otras cosillas importantes porque... ¡Lorenzo iba a ir al cole! Y tenía que estar preparado.

Me encanta verle jugar con su osito a ser profe. Saca todos sus libros de actividades y le explica las lecciones muy motivado. Últimamente, la clase va en aumento y Lorenzo ya tiene compañeros de clase: Torito, perrito, Frailecillo, piojo y pulga (Nombres muy originales. Lo sé).

Hasta han tenido una profesora invitada que les ha dado geometría: yo. Les ponía una figura geométrica y me tenían que decir dónde podían verla en los objetos cotidianos. Por ejemplo, un cuadrado en una ventana, un círculo en una pelota... Iván hacía las voces de unos y otros entusiasmado. Cómo le gusta este juego. Y a mí me encanta verle jugar.

lunes, 21 de noviembre de 2016

El Fiasco: Un accidente, desconcierto y un giro inesperado. Segunda parte.

Después de El fiasco: espiral de dados. Primera parte, volvemos con la segunda parte de este loco juego de rol. Los dados decidieron nuestra suerte...

"Maggie se acercaba con paso inseguro a la puerta 52 de Main's Street. En una mano llevaba una caja metálica llena de bombones y en la otra uno de los chocolates recubierto con papel plata para protegerlo, sin mucho éxito, del pegajoso sudor de sus palmas. Notaba su lengua hinchada y la boca seca, así que se sacó la petaca del bolso y le dio un largo trago antes de tocar salvajemente la puerta de su víctima.

Una voz nerviosa acabó con sus alocados golpes.

- ¿Quien anda ahí?- Preguntó el viejo Thomson con un pequeño deje de miedo en la voz.

- Sssoy Maggie.- Balbució la aludida.- Abre y cómprame bombonesss.- Gritó patéticamente.

El miedo se convirtió en desprecio y enfado. - ¡Lárgate Maggie! O llamaré a la policía vieja borracha.

Pero la vacilante mujer no parecía muy dispuesta a hacerle caso y subió el volumen de su voz.

- ¡Maldita sea, Thomson! Sólo intento ganarme la vida. Saca el puto dinero del colchón y cómprame los bombones. Me he pasado toda la tarde haciéndolos. Al menos prueba unoooo.- Aulló. Frustrada. Dió unos pasos hacia atrás sin acordarse del escalón que llevaba a la puerta. En cuestión de segundos se desplomó de espaldas sobre el asfalto dándose un fuerte golpe en la cabeza que la dejó inconsciente. La caja metálica se abrió con el impacto y los bombones se esparcieron de cualquier manera alrededor de la desmadejada figura femenina.

Desde un soportal, Murray la observaba atónito. Cómo se le había ocurrido contar con aquella vieja loca. Tenía que hacer algo antes de que todo se precipitara al desastre más absoluto. Dejó la seguridad de las sombres y se encaminó hacia la puerta del viejo Thomson hecho un manojo de nervios, pero con paso firme. Tocó el timbre y esperó oír de nuevo la cascada voz.

- ¡Largate de una vez! ¡Vete a dormir la mona lejos de mi puerta!- se oyó a través de la madera.

- Thomson, soy Stephen. Pasaba por aquí de camino a casa y me he encontrado a Maggie tirada delante de tu casa. Abre. Hay que ayudarla. - Intentó que su voz sonara enérgica, pero no pudo disimular un ligero temblor al finalizar la última frase. El viejo Thomson no parecía muy dispuesto a ceder, así que añadió.- ¿No querrás encontrarte con su cadáver en tu puerta mañana? ¿O sí?

La puerta se entreabrió dejando ver el arrugado rostro del anciano, que lo miraba con desconfianza. Su mirada se paseó hasta el cuerpo inerte de la mujer. Al verla en ese estado se decidió a salir y ayudar a su vecino a cargarla hasta su sofá. Maldita la gracia que le hacía, pero no veía otra salida. Entre gruñidos y maldiciones lograron tumbarla en el sofá. Maggie, abrió los ojos de repente e intentó enfocar la vista sin que pareciera que lo consiguiera. Se agarró con una fuerza inaudita a la chaqueta de Murray con una mano que más bien parecía una garra mientras agitaba la otra mano con uno de los bombones que traía para vender.

- ¡Prueba el bombón! ¡Cómetelo!- Aulló con la cara desencajada.- Me he pegado toda la maldita tarde haciéndolos y ahora te lo vas a comer.- El empresario se debatió intentando zafarse de la mujer inutilmente. En su mente resonó la palabra veneno y recordó su reciente conversación con la borracha. No podía estar seguro de que ese no fuera el bombón que tendría que haber causado la muerte del anciano.

- Por Dios Stephen. Cómete el maldito bombón si se va a quedar tranquila. - soltó Thomson a punto de perder la paciencia con sus inesperados visitantes nocturnos.- Voy a llamar al doctor Cheshire ahora mismo.

Murray se sintió acorralado. Se tragó el bombón rezando porque no le tocara la china. Inmediatamente, Maggie aflojó su presa y el robusto hombre pudo escapar. Sin pensar, agarró al viejo por un brazo y cogió un adorno de la mesa auxiliar, un recordatorio de hierro por dedicarle toda una vida a la fábrica de perchas de las afueras de Peks.

- No vas a llamar a nadie.- Aseguró entrecerrando los ojos. El anciano se debatió asustado, pero no pudo esquivar el certero golpe que le asestó su contrincante en la sien. Un chorro de sangre salpicó la estancia y la impoluta camisa del empresario, que se quedó se quedó paralizado por el terror. Le resultaba imposible asumir lo que acababa de hacer.

Mientras, la mujer balbuceaba incoherencias sobre bombones tumbada de cualquier manera en el sofá.

En la otra punta del pueblo el walkie talkie del sherif Parker chisporretéo antes de dar salida a la atemorizada voz de Terry.
- Jefe... ¿Jefe? ¿Está ahí?
John Parker se abalanzó hacia el cascado cacharro y apretó él botón que le daba la opción de contestar.
- Aquí el Sherif Parker. ¿Qué has visto Terry? Cambio.- Le preguntó ansioso.
- Aquí hay unos ruidos muy raros. T-tengo miedo. Me piro. Cambio y corto.
- ¡Espera!- La comunicación se cortó con un ruido sordo.
Parker agarró su chaqueta al vuelo y salió corriendo de su casa sin acordarse siquiera de cerrar la puerta a sus espaldas.

Terry había soltado de golpe el walkie talkie al oír el siniestro rugido. El cacharro se estampó contra el suelo dejando ver sus entrañas metálicas. El vagabundo no perdió el tiempo en comprobar de donde había salido aquel sonido gutural. Echó a correr hacia la única puerta en la que había visto luz por la ventanilla acristalada que coronaba la puerta. Se estampó contra ella dando desesperados golpes y gritando como un loco.
- ¡¡Abridmeeeee!! ¡¡¡Abridmeeee!!

Dentro, Stephen estaba en estado de shock con los nudillo blancos por la fuerza con la que seguía aferrando el adorno de hierro. A sus pies el charco de sangre que salía de la cabeza del viejo Thomson tenía ya un tamaño considerable. Maggie seguía murmurando frases inconexas y sin sentido. Los golpes y gritos pidiendo ayuda de Terry hicieron que ambos clavaran sus miradas en la puerta de la entrada que era claramente visible desde el salón. Pero ninguno se movió. De repente los gritos se convirtieron en alaridos que se entremezclaban con salvajes rugidos. Los golpes en la puerta se trocaron en terribles arañazos. La ventanita que adornaba la parte superior de la puerta se llenó de sangre y vísceras. Ambos asistían mudos de espanto al cruel espectáculo. Dos disparos resonaron en la noche y acabaron con la siniestra escena.

Stephen y Maggie casi no se atrevían a respirar. De repente, unos golpes resonaron en la estancia. Ambos siguieron inmóviles. Otro disparo hizo saltar la cerradura de la puerta. Alguien empujó ansiosamente la puerta. La figura del Sherif se hizo claramente visible para los dos criminales. A sus pies yacía el cadáver mutilado del vagabundo del pueblo y un poco más allá el cuerpo sin vida de lo que parecía ser una pantera. Los dos hombres se miraron con el terror y la angustia reflejados en sus rostros. Mientras, Maggie había vuelto a perder el conocimiento.

......

Stephen se frotó los brazos en un intento vano de darse calor. Pocas personas pasaban por las calles con ese frío. Se acercó a una pareja que se disponía a cruzar uno de los semáforos de la esquina en la que tenía su puesto ambulante de carcasas de móviles. Intentó poner su mejor sonrisa, pero sólo consiguió una mueca congelada, en parte amistosa, en parte inquietante. La pareja se alejó de él poniendo cara de pocos amigos.

Estaba claro que no iba a conseguir muchas ventas esa tarde. Tras el escándalo que protagonizó en Peks usó toda su influencia y fortuna para salir indemne del desastre culpando de todo a la desquiciada de Margaret. El Sheriff apoyó su versión por la cuenta que le traía, pero su reputación se vio afectada para siempre. Las ventas de sus grandes almacenes cayeron en picado y no le quedó otra que malvender e intentar empezar de nuevo en otra ciudad en la que fuera sólo otro ser anónimo de los miles que vegetan en las grises casas de adoquin y ladrillo naranja que le rodeaban. Miró a derecha e izquierda y decidió retirarse hasta la mañana siguiente. Si seguía mucho tiempo en esa esquina lo único que conseguiría sería un buen resfriado.

.......

Maggie tenía la mirada perdida en un punto más allá de la realidad. Las manos le temblaban convulsivamente en su regazo. Se pasaba los días murmurando frases ininteligibles y, de vez en cuando, le daban ataques furiosos en los que no paraba de gritar "El bomboon, el bombooon". Nadie había sido capaz de sacarla de ese estado para que pudiera explicarles su obsesión con los bombones.

Un enfermera con gesto adusto y ojos cansados se acercó a su silla de ruedas para empujarla hasta el comedor de la decrépita residencia. "Vamos Maggie". Le dijo segura de que la desgraciada mujer no saldría nunca del mundo interior en el que se había perdido. "Hora de dormir. Esta vez te ataremos desde el principio para que no la vuelvas a liar, vieja loca".

........

Las finas gotas de agua resbalaban por el petreo rostro del Sheriff Parker. El golpe de las paletadas de tierra contra el ataud de Terry resonaban en su cerebro como si se lo estuvieran taladrando. El entierro lo había pagado él. Pero ese gesto no había logrado acallar a su conciencia. Los enterradores eran los únicos que le acompañaban en su dolor. Lentamente fueron cubriendo el agujero de la tumba y abandonaron el lugar con un gesto de respeto al finado.

Parker aún tardó un poco más en abandonar la tumba. La lluvia le había calado por completo, pero si se había dado cuenta no lo demostraba. Condujo despacio hacia su casa. Abrió la puerta con mano temblorosa y se sentó frente a la botella de whisky vacía y la pistola y la placa que tendría que entregar al día siguiente.

Cogió el arma reglamentaria y la limpió metódicamente. Finalmente la cargó de forma mecánica. Introdujo friamente el cañón en su boca y apretó el gatillo."

sábado, 19 de noviembre de 2016

Los deberes de Iván

Desde este año, Iván ya tiene deberes. Y eso que sólo está en tercero de Infantil. Daniel no los tuvo hasta Primaria.

Cada viernes, el peque sale emocionado agitando su carpetita. "Hoy toca la emeeee" o la ele, o la letra de turno. Me alegro que salga así de contento. Supongo que se siente muy mayor porque tiene deberes como su hermano, aunque a mí me parezca muy pronto.

Me siento con él y se le ilumina la carita. Lee las palabras, las repasa, las escribe y dibuja lo que interpreta de las frases. Supongo que llegará sabiendo leer y escribir a Primaria y le costará menos que a su hermano, pero doy gracias de que a Daniel no le tocara lo que al pequeño. Con la forma de ser y carácter del mayor sólo hubiéramos conseguido que se aburra y frustre ya desde los cinco años.

Cuando se acaban los deberes del cole, el pequeño me pide más porque ve que su hermano se pasa mucho más tiempo delante de sus libros de mates, lengua, ingles...

Entonces saco los libros de actividades para que los haga y aprenda a la vez que se divierte. Lo que más le gustan son los laberintos. Incluso, me he tenido que inventar yo alguno sobre la marta.

El otro día se me ocurrieron unos deberes muy divertidos que seguro que repetimos. La idea es darle un reto con los bricks de Lego. Por ejemplo: un coche que tenga una puerta, un robot con tres patas, una casa con una ventana... Y que él se busque la vida para lograrlo.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Deanna Mason: Juguetes para su edad

Esta semana he tenido la suerte de acudir a una charla de lo más reveladora sobre los juguetes que debemos comprar a los niños impartida por Deanna Mason, experta en educación y salud familiar, y organizada por Evercom. Yo esperaba un listado de tipos de juguetes adecuados y sus beneficios en los infantes. Y así fue, pero hubo mucho más. Mucho mucho más. Toda un filosofía de crianza basada en la Paternidad Proactiva.

Como casi siempre, la base está en los límites, tanto para los niños, como para los adultos. Y aquí entramos de lleno en los regalos de Navidad. Independientemente de la edad del niño tenemos que tener claras una ideas principales. La primera es que los peques no están preparados para discriminar entre todos los estímulos de marketing y publicidad que le llegan desde los medios de comunicación y soportes publicitarios. No tienen la experiencia ni la base necesaria para saber si lo quieren de verdad o están inducidos a quererlo y ahí tenemos que estar nosotros para explicare por qué sí es una elección adecuada o por qué no lo es (¿Es muy parecido a lo que ya tiene? ¿Se adapta a sus gustos? ¿es resistente y de calidad? Hay que explicárselo).

Nosotros tenemos que tener claro que hay juguetes maravillosos que les ayudan en su desarrollo, otros que no afectan casi nada y, los peligroso, otros que ralentizan o dañan este desarrollo. Somos los inspectores de los objetos con los que juegan nuestros hijos y todos los juguetes deben de pasar por nuestro control de calidad paterno antes de llegar a sus manos.

También no encargamos de crear, en la medida de lo posible, un ambiente sano en el que prime la felicidad e ilusión del niño sobre el ansia consumista y posesiva. Con regalos continuos y en grandes cantidades sólo se consigue que el niño aprende a atener objetivos inmediatos que consigue sin esfuerzo y desecha inmediatamente después para sustituirlo por otro. la sensación de insatisfacción es constante. En cambio, con pocos regalos, damos la oportunidad a los peques de disfrutar de su objeto de deseo con calma, tranquilidad e ilusión, sin esperar nada más, porque está habituado a no tener nada más. En este punto es imprescindible concienciar a los familiares y allegados de esta realidad para que no les llenen de obsequios y tiren por la borda todo nuestro trabajo. La sistema del amigo invisible es ideal en Navidad: sólo un regalo por parte de los familiares y los tres que se encuentre en casa.

Un sistema que suele funcionar para evitar la ansiedad del "No" directo es que el niño haga una lista de lo que quiere, que pueda cambiar cuando quiera tachando cosas, agregando nuevos objetos, etc... La lista puede ser todo lo larga que quiera, pero tiene que entender que en Navidad sólo le llegaran tres cosas de las que ha apuntado; en su cumpleaños, una, etc, etc... Él sabe que los que hay en la lista llegará antes o después (o no, si cambia de gustos y borra algo por otra cosa. Pero ese es un concepto que aún no domina).

La cuestión está en prevenir que se den cierto tipo de comportamientos antes de que se detecten, aunque si ya tenemos el problema encima también tenemos herramientas para solucionarlos. La base es contar con información de calidad experta que podamos adaptar a nuestras situaciones en particular. Y, en caso, necesario contar con ayuda de expertos.

Deanna se dedica a dar este tipo de asesoramiento a familias que lo necesitan. Al no contar con subvenciones públicas el coste de estas sesiones no están al alcance de todo el mundo como a ella le gustaría. Por eso, va a sacar para primero de año unas clases en formato vídeo para acercar la información de calidad basada en estudios científicos probados a la mayor cantidad de familias posible. Y como lo mejor es empezar por el principio, la primera clase estará dirigida a parejas que van a tener un bebé o que tienen un recién nacido. Muchas no han tenido un bebé a su cargo antes, como fue mi caso, y de repente se sienten perdidos e inseguros hacia su nueva situación como padres. Le seguirá una clase de masajes para bebés y niños pequeños y otras ponencias sobre los tópicos más habituales con los que podemos encontrarnos. Estas clases se pueden adquirir para uno mismo o como regalo a terceros.

Asimismo, nos presentó "Qué hacer para que tu hijo no sea un imbécil", un libro escrito por ella en el que da recomendaciones para que los niños no se conviertan en adolescentes sin valores, egocentristas, tiranos o irresponsables. En la preadolescencia, nuestros hijos se dan de bruces con una búsqueda del yo interior en la que se asientan bases muy importantes que marcarán su etapa adulta. Tiene que encontrarse a si mismos y eso no es tarea fácil. Muchos se pierden en el camino y hay que ayudarles a retomar el sendero.

Centrándonos en el título de la charla. Nos dio unas pautas para acertar con los juguetes de los niños según sus edades.

De 0 a 3 meses: Seguridad
- En realidad no necesitan ningún juguete, pero si queremos regalarle algo, lo mejor son mantitas o peluches con nuestro olor porque es lo que más seguridad les da. Eso significa que tendremos que abrazar el juguete o dormir con él para que tenga nuestro aroma.
- Los arcos de actividades pueden mejorar su coordinación y fuerza.
- Muy importantes las rutinas para afianzar su sensación de seguridad.

De 3 a 6 meses: Dentición
- Lo ideal en estas edades son los mordedores porque les alivia y ayuda en este proceso tan doloroso en el que se ven inmersos.
- Los sonajeros potencian su coordinación.

De 6 a 12 meses: Nuevos aprendizajes
- El mejor regalo es la atención de sus padres. Empieza la comunicación con balbuceos y sonidos y quieren una respuesta por nuestra parte (imitación, onomatopeyas, hacerles caritas, sonrisas...). También es la época en la que se suele desarrollar una apego exacerbado. Gritan y lloran si desaparecemos de su vista. Es precioso hacerles mil fotos, pero hay que tener en cuenta que no podemos perder el norte y mirar a nuestro bebé a través de una pantalla. Ellos necesitan que les miremos a los ojos y el contacto directo. Las rutinas son siempre importantes, pero a estas edades lo son aún más.
- Es un momento en el que encuentran nuevos usos a sus antiguos juguetes.

De 12 a 18 meses: Lenguaje
- El cuento de la noche cobra muchísima importancia ya que los conocimientos se asientan mientras dormimos. Conseguimos que amplíen su vocabulario. Se recomiendan libros con imágenes ya que ayudan a mejorar el desarrollo del lenguaje.
- Juguetes que potencien el movimiento como los de arrastrar (coches, por ejemplo).

De 18 a 24 meses: Coordinación
- Mesas de actividades para potenciar su coordinación.
- Cds de música para que bailen y canten. Potencian el desarrollo del lenguaje y la memoria. No se recomiendan vídeos musicales porque el noventa por ciento de las veces se consigue el efecto contrario y el niño se queda quieto con la vista fija en una pantalla.

De 24 a 36 meses: Imitación
- Les encantan los juguetes en los que adoptan roles de la vida cotidiana como los disfraces, herramientas, maletines médicos, cocinitas...
- Los libros sobre cosas cotidianas son ideales para su aprendizaje en estas edades.
- Es un momento perfecto para incidir en la educación emocional. No saben expresar sus sentimientos, así que debemos hablar con ellos y enseñarles mucho vocabulario para que puedan expresarse correctamente. Papel, libros de colorear y pinturas son herramientas muy útiles para que el niño se exprese emocionalmente, ya que fomentan su capacidad de comunicación.

De 3 a 5 años: Imaginación
- Es la edad del Pensamiento mágico, en la que los niños mezclan los límites de la realidad y la imaginación. Las mentiras son constantes porque ellos no son conscientes de que mienten. Muchas veces nos cuentan cosas que han soñado,  visto en la tele o escuchado en algún lugar tomándolas como algo que les ha pasado en realidad. Tenemos que dirigir al niño con mucha mano izquierda porque, lo que para nosotros es evidente que no es cierto, para el peque supone una fuente inagotable de frustración porque la persona en la que más confía no le cree. Hay que buscar el equilibrio entre pensar que es un mentiroso compulsivo y alimentarle excesivamente esa imaginación y confundirlo más aún. Ayudan mucho los disfraces, teatros, trucos de magia y juegos de imitación.
- Es el momento de introducir juegos de mesa sencillos basado en las relaciones y la cooperación.

De 5 a 8 años: Deporte
- Es la época de la energía sin límite que hay que canalizar por medio del deporte sobre todo en equipo. Pelotas, raquetas, aros de gimnasia...
- Es el momento ideal para aprender a montar en bici o patinar.
- Los kits científicos les ayudan a potenciar su desarrollo cognitivo.
- Libros con más letras que dibujos.

A partir de los 8 años: Peticiones
- Tenemos que esforzarnos por escucharles más, comprenderles y ponernos en su lugar. Empieza su búsqueda del verdadero yo. Tenemos que atender sus peticiones, lo que no significa darles todo lo que piden. Si nuestra respuesta es "No" debemos explicarles por qué.
- Hacerles partícipes de las decisiones y elegir los juegos juntos.

Hay que tener en cuenta que cada niño es un mundo y que los límites recomendados pueden variar según la evolución o madurez de nuestros peques.

El debate me resolvió muchísimas dudas. Deanna nos escuchó y contestó a todas las preguntas que le planteamos antes y después de su ponencia. Además, Mónica, de Paraíso Kids, me explicó un juego buenísimo para inculcar responsabilidad y autonomía en los niños. Los míos son, a lo mejor, un poco pequeños para lo que me planteó, pero en cuento les vea preparados voy a ponerlo en practica. Espero que lo explique ella en su blog porque es una idea buenísima.

Fue una charla realmente interesante y productiva que acabó en un delicioso desayuno en muy buena compañía.


martes, 15 de noviembre de 2016

Iván tiene prisa por mandar su carta a los Reyes

Hace ya un par de semanas que no paran de llegar catálogos de juguetes a casa y parece que eso ha agobiado a Iván que ha hecho una exhaustiva labor de investigación, corte y pegado. Con el trabajo de lavado de cerebro que esto conlleva por mi parte.

Como viene siendo tradición. Esta mami ahorrativa va comprando ofertas a muy buen precio durante todo el año y les va metiendo la idea a sus churumbeles de que justo es eso lo que quieren y no otra cosa. He de confesar que este año me ha fallado un poco la cosa por culpa de la maldita Guardia del León (los dibujos son muy monos pero los juguetes extracaros y chuchurríos): No hay quien saque al pequeño de la idea de que quiere La guarida del León, que la quiere y que la quiere.Y las figuras de la serie... y el peluche de Kión...

Encima, me ha salido un competidor. Daniel se ha arrimado a la otra oreja de su hermano para susurrarle lo que quiere Él y así disfrutar del doble de regalos. ¡Qué morro tiene!

Entre eso, que no cabían muchos recortes en el folio y que les había dicho que no eligieran más de ocho cosas el trabajo ha sido arduo. Tanto que, al final le dejé poner dos más con la excusa que era una carta para los Reyes y Papa Noel porque había dejado dos cosas que ya tenemos en el maletero de uno de los armarios. Hasta se curró el sobre. Le quedó precioso. Y él solito copió la palabra URGENTE.

Y por fin tenía lista su carta el peque. No veais que campaña me montó para ir al buzón a tirarla inmediatamente ipso facto ya. Pero estaba malo con fiebre y tuvo que esperar tres días hasta conseguir introducirla en el buzón más feliz que una perdiz. Y mientras Daniel sólo pegó en su folio aquellas cosas que no logró convencer a su hermano para que las pidiera. "Si tengo mucho tiempo.... No me apetece ahora..." Tiene razón.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Nuevo juego en los columpios

El miércoles lleve a los peques un rato al parque porque hacía muy buen día y, a pesar de que teníamos mucha tarea en casa, no era cuestión de mantenerlos todo el día encerrados a los pobres. Allí jugamos con los vasos comunicantes, a cazar pokemons y hacerlos luchar entre ellos (ellos eran los pokemons y yo la entrenadora), a ver las acrobacias de los monos (ellos de nuevo)... Hubo un rato que me senté y observé que Daniel ponía su barriga en el asiento de uno de los columpios y se impulsaba con los pies a la vez que enarbolaba un palo con el que pinchaba el suelo de arena y barro una y otra vez.

Intrigada me acerqué a él y le pedí que me explicara las reglas de su nuevo juego. Muy sonriente me hizo un resumen de las reglas. Era muy sencillo. Sólo había que dar pisotones por delante del jugador y luego recostarse sobre el asiento del columpio e intentar dar a las huellas con el palo.

A Iván también le gustó mucho el tema y se sumó enseguida. A mí se me ocurrió que cazar hojas otoñales en vez de pisadas lo pondría más interesante. Y acerté. Los peques aceptaron el cambio encantados. Aunque más me vale haberme callado porque la encargada de traer más y más hojas fui yo y ya me pude despedir de sentarme tranquilamente un rato.

Así estuvimos un buen rato hasta que miré el reloj y vi que ya era una hora estupenda para retirarnos a comer. Los chiquillos no pensaban lo mismo y me suplicaron mil veces que siguiéra llevándoles hojas y más hojas. Cedí un par de recogidas más y después me los llevé casi a rastras del columpio con la promesa de seguir el juego otro día.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Las posibilidades del contenedor de cartones

Hay una cosa en el parque al que más vamos que se ha convertido en objeto de deseo de mi hijo mayor y sus amigos: El contenedor de basura para papeles y cartones. A Iván no le llama tanto la atención. Él prefiere correr, saltar, trepar o jugar a espadachines con los palos.

Para su hermano mayor es un almacén de tesoros. En cuanto nos despistamos ya les tenemos construyendo una panadería, un refugio y quien sabe que otras mil cosas que salen directamente de su imaginación.

No negaré que a mí me encanta que jueguen así, pero me da nosequé que lo hagan con la basura, nunca sabes lo que te puedes encontrar. Además, aunque al final lo recojan todo, siempre hay algún adulto que les regaña por sacar la basura del cubo. A las mamis también nos han dado varios toques ya. Y lo veo normal. Donde yo ve unos peques pasándoselo pipa con juguetes sacados de material de reciclaje otro ven unos chiquillos llenando el parque de basura. Por eso no les dejamos ni acercarse.

Pero la otra tarde, estábamos sólos en el parque, y un amigo de Daniel se aburría como una ostra, así que se me ocurrió proponerles que buscaran tesoros. Yo me refería a piedrecitas, palos, piñas, hojas... Pero a ellos enseguida se les fue la mente a otra cosa: "¿podemos jugar con la basura?". "¡No!" exclamé horrorizada. "¿Podemos, podemos, podemos, podemos...?", "Bueeeeeno. Cedí yo. Pero sólo con la que hay fuera del contenedor". "Yujuuuuu", gritaron los dos. Y se fueron volando hacia al contenedor sin esperar el permiso de la otra madre.

Mientras los mayores contruían a placer, nosotras nos ocupamos de nuestros hijos pequeños que tenían ganas de jugar con sus mamás ese día.

Cuando recogimos para levantar el campamento por esa tarde nos encontramos con todo un refugio de cartón en un rincón del parque. ¡Hasta se habían quitado los zapatos para no ensuciarlo al entrar! Con el frío que hacía.

Nos encantó la creatividad de ambos niños, pero sospecho que no todo ese material estaba fuera del contenedor y que alguna manita poco inocente sacó cosas de su interior. Antes de recogerlo todo para dejar el parque bien limpio hubo una pequeña batalla entre los destructores pequeños y los mayores. Pero se solucionó rápido porque nos teníamos que ir.

Con estos peques ir al parque es toda una aventura.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Vasos comunicantes

El viernes antes de Halloween, fuimos a una fiesta de cumpleaños monstruosa y allí encontró Daniel unos vasos que le fliparon. No paraba de idear nuevos usos para ellos. Tenían una calabaza muy chula dibujada y, en un principio, pensó en convertirlos en lámparas recortan los ojos, pero luego se lo pensó mejor y empezó a idear maneras de enganchar el vaso a un cubierto para que fuera portable. No le vi mucho futuro a ese proyecto, pero le dejé investigar todas las posibilidades.

Al final se llevó dos a casa para ver que salía de ellos. Y lo que salió fueron uno vasos comunicantes. Les hicimos un agujero en la base y los unimos con un hilo de lana. Luego sólo teníamos que tener el hijo bien tenso y cuando hablaba uno por un vaso el sonido viajaba por el hilo hasta el otro vaso que tenía el otro en la oreja.

¡Vaya éxito! Tanto que hemos tenido que hacer otro porque cada uno quería su propio teléfono rudimentario. Hasta al parque lo hemos llevamos para que Iván hablara conmigo desde el castillo. Jugar con ellos es muy divertido.