miércoles, 28 de febrero de 2018

Escuela de Aventureros: rol en vivo para niños


“Comienza un nuevo curso en la Escuela para aventureros y niños de todos los clanes han asistidos ansiosos por aprender todos los secretos para convertirse en un buen héroe. Pon toda tu atención futuro aventurero, porque puede que tengas que poner en práctica tus nuevos conocimientos antes de lo que piensas…”, así inicié el cuadernillo guía para el rol en vivo "Escuela de Aventureros" que organizamos para el Finde Lúdico Rural.

Nos hacía mucha ilusión hacer un rol en vivo a los chiquillos, pero nos encontramos varios problemas. El primero que nunca lo habíamos hecho antes y el segundo que participaban nada menos que catorce niños de edades comprendidas entre cuatro y 13 años y con gustos e intereses muy diferentes. En un principio todos pensamos en que lo llevara José, Rolero de Hamelín, pero él ya iba a hacer dos partidas infantiles de rol en mesa, así que era sobrecargarle demasiado.

Al final me presenté voluntaria para coordinar el tema porque era la única que había sido testigo de una actividad así con anterioridad. Más concretamente, en las TdN de este verano. Me lo pasé bomba en un rol en vivo pirata para niños que organizaron para más de veinte niños. ¡Y les salió perfecto!

Así que tomé como base lo que vi en esa partida para desarrollar la mía. Lo primero que hice fue desarrollar una trama sencilla: la historia se desarrolla en una Escuela de Aventureros a la que acuden nuevos alumnos cada uno con una motivación diferente, pero que unirán esfuerzos para aprender y luchar contra un peligro común.

Les facilité a los padres los tipos de personajes a elegir para que les preguntaran a sus hijos, además de darme un nombre y alguna habilidad sobresaliente de cada uno. ¡Anda que no tienen imaginación los peques! Me dieron material del bueno: Ladrones de guante blanco sobre patines que pierden habilidad cuando llueve, otro que tira champiñones envenenados, una ladrona de sombras, montaraces ninja con problemas de clan y fraternales, otro que prefiere los videojuegos y los megamalos finales a la naturaleza, magos con poderes de telequinesis, invisibilidad, que vuelan, un unicornio, la mísmísima Ladybug, un transformer, el mismísimo Ironman, guerreros especialistas en la lucha cuerpo a cuerpo o que se convierten en zorros... Disfruté muchísimo escribiendo las fichas de los personajes. Podían elegir entre ser ladrones, magos, montaraces o guerreros.

La mayoría vino a la actividad caracterizado y con muchas ganas de jugar. Lo primero que hicimos fue un discurso de bienvenida para presentar a todos los profes y ayudantes: la fiera Antíope, cuidadito con ella porque no perdido ni una batalla en su vida;  Khaleesi, si es madre de dragones y es capaz de castigarlos sin postre imaginaos lo que puede hacer con unos simples aventureros; Hagrid, nuestra mascota peludita que da abrazos calentitos (esto les encantó a los niños que corrieron a probar si eso era verdad y se tiraron a los brazos de Fer a potrollón. Fue el momento más emotivo de la aventura); la Pirata Garrapata, que no permitirá amotinamientos y tirará a los más rebeldes a los tiburones sin pestañear; y Sybill y Bellatrix, las mortífagas más poderosas de las tierras, a las que ningún hechizo o poción venenosa se les resiste. Los peques se rieron mucho de nuestra actuación. Pasamos lista, los dividimos en grupos, les pusimos etiquetas con el color de cada equipo y sus nombres y les dirigimos a la clase que les correspondía.

Luego tocó pensar en las clases obligatorias y de relleno. Era impensable hacer una actividad con catorce niños a la vez, así que los dividimos en tres grupos lo más compensados posible. Cada uno iría a una clase diferente e irían rotando. Para evitar esperas porque una hubiera terminado y la otra no, se prepararon también clases de relleno. Cada profesora y sus ayudantes se encargaron de los contenidos de sus materias.

Yo era Hipólita, una temible guerrera amazona, y me ayudaba Antíope (Miren), mi hermana y tan tremenda como yo. Por supuesto, nos encargamos de instruir sobre armas (obligatoria) y lucha (relleno). Los alumnos tenían que adivinar, por los materiales de la mesa, qué clase de arma íbamos a construir: ¡Una catapulta! Nos poníamos manos a la obra, ayudando a los más peques en el proceso, y la clase terminaba con una práctica. Tenían que dar a su profesora. ¡No creáis que se cortaron un pelo! Vaya saña. Esquivaba y ponía caras de miedo o furia alternativamente para motivarles (no les hacía ninguna falta que tiraban a matar muertos de la risa). Conmigo los más pequeños se asustaron un poco (nota: suavizar un poco las bromas sobre castigos y torturas cosquilliles. Nunca nunca amenazar con ataque de besos). Uno hasta se nos echó a llorar, pero Miren manejó la situación magistralmente y pronto lo vimos jugando alegremente con los dragones como si nada hubiera pasado. En general les moló bastante el tema. Aunque Daniel se aburrió en mi clase porque ya se conocía la manualidad.

Como esta actividad era bastante corta nos dio tiempo para entrenarnos en lucha canaria (la actividada de relleno), un deporte vigente en las islas que proviene de los aborígenes y que es bastante inofensivo. Aunque con estos cachalotes de niños toda precaución es poca. Pedía un voluntario y les enseñaba que consiste básicamente en agarrarse a la cintura del adversario e intentar tirarlo a empujones y zancadillas. Se rieron muchísimo. A los más pequeños les hacía volar para despiporre de todos. Un tatami o colchoneta hubiera venido genial aquí.

La pirata Garrapata hizo una impresionante clase de misiones (obligatoria) y de acertijos (relleno). Tuvo a los peques encandilados en un viaje por mar en barco pirata a la búsqueda de un tesoro lleno de monedas de chocolate. En su clase aprendieron sobre la igualdad, geografía, inglés y matemáticas de una forma muy divertida mediante juegos y canciones. ¡Se lo pasaron pirata! El guardián del tesoro pirata, Hagrid, les tenía enamoraditos.

Sybill y Bellatrix les enseñaron magia de la buena. Con ellas buscaron un código secreto resolviendo puzzles, una figura de tangram ayudados por instrucciones de tinta invisible, descifrando código morse... Para abrir el candado de una caja que contenía el ingrediente principal del hechizo que iban a realizar: hacer aparecer un arco iris. Los niños alucinaban.

Y Khaleesi, la pobre, se tuvo que repartir entre todas las clases para ayudar allí donde hiciera falta. E hizo mucha falta. Doy fe.

Finalmente, los peques se enfrentaron a una batalla épica contra tres malvados dragones, que en ocasiones eran dos porque algún aventurero se había hecho colega del otro y se lo había llevado a jugar con él, una buena táctica para evitar que nos atacara.  Nuestros valientes alumnos agarraron sus catapultas y pusieron finos a pomponazos a las bestias, luego tiraron los dados y se prepararon para conocer su destino según el azar. El que sacaba poca puntuación era atrapado por los dragones (a alguno que sacó uno estuve a punto de hacer que se los comieran los bichos, pero no tuve corazón), el que sacaba una puntuación media se lanzaba a luchar con poco éxito, pero sin mucho daño. Y el que sacaba cinco o más acababa con las bestias y salvaba  a sus compañeras de una forma espectacular. Básicamente, los dragones acababan estallando y los niños dando saltos de alegría y vítores.

Se felicitaba a los valientes aventureros, se les hacía entrega de flamantes certificados firmados en tinta de oro. Y fin. Creo que en general nos lo pasamos bien todos.





martes, 27 de febrero de 2018

Finde Lúdico Rural a tope

Este finde nos hemos liado la manta a la cabeza ocho familias y nos hemos metidos todos juntitos y a veces hasta revueltos en una casa rural flipante, San Pedro de Caldas, en Yanguas de Eresma. A los mayores nos pareció una mansión y a los niños un pedazo de castillo ideal para jugar al escondite. ¡Y vaya si jugaron! Se les oía el ¡¡¡Por míiiii!! hasta en Madrid, si me apuras.

Gente chachi, niños a mogollón y... toneladas de juegos de mesa, que no se nos olvide el detalle importante. Todos trajimos nuestras joyas de la corona para echar unas partidazas. Yo me piqué al Splendor con tres contrincantes de aúpa. Jolines, que duros. Y eso que yo iba con mis estrategias más que pensadas, pero ahí estaba Ana para despistarme, Dani para descolocarme y Beltrán para arrebatarme mis preciadas cartas. ¡Todos contra mí! Así que no gané ni una. Estoy segura de que estaban compinchados porque les expliqué mal las reglas y casualmente esa situación me benefició un poquito. ¡Ni que una tuviera memoria de elefante para las reglas! Total, un detallito sin importancia...

También me moló muchísimo Celestia. A Raúl le hicieron ojos chiribitas en la primera partida y ya se veía con su ejemplar nuevecito en una de las estanterías de casa, pero conmigo topó, que no le permito meter en casa ni un juego más hasta que terminemos de jugar las expansiones de Arkham Horror lcg. Tanto consumir sólo lleva a que los juegos críen polvo con sus plastiquitos y precintos. ¡Me niego! La verdad es que es una tentación con sus ilustraciones fabulosas, el barco volador y las forma de juego... Es taaaan bonito. Por cierto, que tampoco gané ninguna partida porque soy una kamikaze y lo normal es que acabara estrellándome. Ainsss. El azar no me quiere.

Fernando, me descubrió Escape, un estresante juego colaborativo de velocidad y tirar dados a lo loco muy divertido. ¡Se me cayó la pirámide en la cabeza! Debo ser afortunadísima en amor últimamente.

El cupo de rol también fue de lo más extenso. Para los niños hicimos un rol en vivo, Escuela de Aventureros, del que ya hablaré en otro post; Jose dirigió un par de partidas de Magissa; Miren fue la máster de un divertidísimo rol en vivo de Pequeños detectives de monstruos y se enfrentó ella sola a dirigir una Agencia compuesta por diez niños por lo menos; y para los mayores Beltrán dirigió una partida de Vampiros que debió ser la caña por lo que luego contaron. Yo me descolgué de la partida porque estaba deseosa de jugar a Unlock! Escape Adventures. Ya había jugado a Unlock! Mystery Adventures y me había flipado. Son juegos de escape room llenos de pistas, puzles, acertijos, números escondidos...

Pero no todo fueron juegos, también hubo tiempo de visitar una estación fantasma que pertenece a una vía verde y una antigua fábrica de chocolate; de comer como si no hubiera mañana a base de barbacoa de carnaza a saco que  pasó por leña y carbón Raúl y una fabada de lujo que nos hizo Ana que estaba que te mueres; de charlar, reirnos mogollón y pasarlo genial. Además, Paloma se metió a los peques en el bolsillo con actividades de manualidades muy chulas y Fernando trajo balones y porterías. Imposible aburrirse. El toque más dulce lo puso Ruth con sus dos tartas de chocolate y galleta. Doy fe de que Daniel no se cogió el empacho de su vida con este postre de milagro. ¡Estaban buenísimas!

Creo que cuando llegó el día de irnos todos estábamos pensando ya en quedar para la siguiente jajaja

Fue genial compartir experiencias lúdicas con Paloma, de Refuerzo Divertido, José, de Rolero de Hamelin, Patri; Ana; Juls, de Bebé a Mordor; Beltrán; Miren; Dani; Ruth, de Aprende paso a paso; Alex ; Fer, de El pequeño rincón de los juegos de mesa, sus hijos, los míos, mi maridín y el paciente y monísimo Bicho, el perrito de Ruth, que animó el cotarro que no veas con sus apariciones estelares de debajo de las mesas.

Por  cierto, que preciosidad de carteles para las puertas de las habitaciones que se curró Miren. Unos Totoros preciosos que mis hijos tienen colgados en las puertas de sus habitaciones.







lunes, 26 de febrero de 2018

La actividad familiar del huerto

El cole de los niños ha retomado una actividad en familia que me encanta y que hacía mucho que no podía ir por incompatibilidad de horarios: la actividad del huerto.

Cuando me llegó el email volví a pensar que este año tampoco podría porque me coincido con una extraescolar de Iván, pero los niños se mostraron tan entusiasmado que pensé que una vez al mes, que es cuando se realiza este taller, no pasa nada si nos perdemos la natación. Y nos apuntamos.

Cuando llegó el momento y mis hijos irrumpieron alegremente en el huerto a Daniel se le llevaron los demonios al ver toda la basura que había tirada dentro. Empezó a echar pestes contra el poco respeto y el descuido con el que tratan los niños a este pequeño espacio de tierra. ¡Tenemos mucho trabajo por delante!

En nuestra primera sesión nos presentamos para conocer con quienes trabajaríamos las próximas jornadas y la monitora, que era muy maja y animada, nos hizo una serie de juegos muy divertidos para conocer las verduras más a fondo.

Primero tuvimos que dividirnos en grupos y pensar un nombre y un grito de guerra. Nosotros éramos las zanahorias explosivas y gritábamos: "¡¡¡Zanahorias Boom!!!" No creo que me equivoque mucho si sospecho que les inspiró Plantas contra zombies o similar.

Luego buscamos unas tarjetas del color de cada equipo por una parte muy grande del patio. A nosotros nos tocó las leguminosas y teníamos que encontrar sus características y fotos. Algunas eran fáciles, pero otras muy chungas. Y un par de ellas incluso habían desaparecidos. Es a lo que te arriesgas cuando escondes tarjetas en un patio lleno de niños en extraescolares.

Cuando ya no encontramos más, cada grupo compuso una canción o poesía con las características de su familia de verduras y las pusimo en común. ¡Hay verdaderos artistas en el grupo!

Y ahí terminamos la jornada. El próximo día tocará en
suciarse las manos. Los peques no pueden esperar a que llegue el momento jajaja

jueves, 22 de febrero de 2018

Bocados divertidos para niños

Daniel está enamorado de los libros de cocina para niños que hay en la biblioteca de su cole. Sobre todo de un colección que se llama I am Sam y que es demasiado atractiva como para no reparar en ella. El primero que cogimos fue Comida divertida para niños, que se basaba en sandwiches, bocadillos, pasta y frutas. Se lo pasaron genial haciendo un gato, un mosquito y un erizo. Y ahora le tocó el turno a Tiburones divertidos y caracoles curioso, una bomba de azúcar de lo más peligrosa. Todo en su interior son chuches, galletas y chocolate. Normal que se lo quisieran llevar a casa del primer vistazo.

Estaban tan entusiasmados que a ver quien es el guapo que les niega el capricho, así que una tarde fui a por lo ingredientes (en pocas cantidades, que luego me como yo las sobras y pasa lo que pasa) y lo preparé todo para un sesión de cocina infantil.

En cuanto llegaron a casa les sugerí que se hicieran ellos mismos la merienda y cuando vieron el libro marcado con dos pinzas de la ropa por las figuras que más les habían llamado la atención se pusieron contentísimos. "¿De verdad has comprado los ingredientes?" exclamó el mayor entusiasmado, "Vamos a hacer figuras de chuches. ¡¡¡¡Bieeeen!!!" le secundó el pequeño.

Daniel había elegido un dragón para su plato e Iván un ordenador portátil. Teníamos que seguir los pasos poco a poco porque teníamos que ir cambiando de página cada vez con mucho cuidado de no ensuciar el libro. Empezaron muy felices, pero enseguida vieron que untar nocilla en galletas o bizcocho no era tan fácil como parecía. Si no se tenía el debido cuidado se partían muy rápido. Y mis niños no resaltan por ser cuidadosos precisamente.

Así que les tuve que ayudar mucho, muchísimo. Llegó un momento en que ellos se iban comiendo los ingredientes mientras yo trabajaba. "Pero que morrooooo" estallé yo, "Pero si tu lo haces muy bien", aseguró el primogénito adulador. "Mira mami,  estoy haciendo como que te ayudo" me indicó el pequeño a ver si colaba. "ESo no valeeeeee", me quejé yo.

Y no les quedó más remedio que volver al tajo, aunque ya estaba hecho lo más difícil. Evidentemente, hubo lugar para dar rienda suelta a la creatividad y que pusieran sus toques personales. Iván añadió un cable a su ordenador, pero se lo comió tan rápido que fue visto y no visto. Las teclas las puso a su criterio, sins seguir la sugerencia de la foto. Su hermano se las arregló para adornar el lomo del dragón sin necesidada de seguir peleándose con las frágiles galletas.

Al final quedaron unos platos muy chulos. Claro que, entre pitos y flautas, al final comieron muy poco porque se ve que los ingredientes ya les habían llenado bastante. Eso les pasa por gumias.

El caso es que tenemos merienda para muchos días.