miércoles, 11 de agosto de 2010

Daniel no tiene fondo

Que manera de engullir la de este pequeño. Su comida y la de los mayores. Cómo disfruta con los cangrejos de la abuela paca, o con cualquier otra cosa que le pongas entre sus dos dientecitos. Ya los usa, a pesar de que no hace mucho que los tiene. Hay que ver con que gusto muerde las galletas o el pan. Hay que estar muy atentos, porque el muy sinverguenza se mete en la boca trozos enormes que luego hay que estar sacándole a la fuerza para evitar cualquier posible accidente.

Le asoman otros dos dientes en la parte de arriba y estoy segura de que está impaciente por masticar con ellos. No todo le sabe bien, pero insistiendo un poco se lo acaba comiendo. El yogur y la fruta no se cuentan entre sus manjares preferidos, en cambio, las natillas, las verduras y el helado le encantan. Vaya tonelillo nos ha salido el pequeñajo. Espero que con la edad no cambie y le dé por cerrar la boca a la hora de comer. Me encanta que coma tan agusto.

Aunque también tenemos al parte mala de tener un hijo glotón. Ya llevamos dos noches que se despierta de madrugada berreando como un loco porque tiene hambre. Nos despierta bruscamente a toda la la casa, vecinos y pueblos de alrededores. No cierra la boca hasta que no le ofreces un suculento biberoncito lleno de leche. Entonces se lo bebe tan a gusto y vuelve a cerrar sus ojitos, una vez acomodado entre sus agotados padres, que no le devuelven a la cuna, porque ni fuerzas tienen.

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