viernes, 3 de diciembre de 2010

Regalos, muchos, pocos...

Qué difícil es encontrar la medida. Raúl me acusa de comprarle muchos regalos al niño. Dice que todos los días vengo con algún detalle para el pequeñajo y que le estoy llenando la casa de juguetes. La verdad es que cuando voy al hipermercado es muy difícil resistirme. Son tan monos y graciosos. Con esos diseños tan extravagantes y llenos de colorines. Además, hay cosas muy baratas. La mayoría de los juguetes son carísimos, pero hay otros que están muy bien de precio. Y al niño le encantan. Encajables, bloques, construcciones. ¿Quién puede resistirse? Raúl puede.

Y yo también, porque no es verdad que le traiga cosas todos los días. Es cierto que le llevo juguetitos sin venir a cuento. Pero es porque es mi primer año con Daniel. Estoy segura de que luego dejaré de fliparlo tanto. Este año le he encargado al gordito rojo y a sus amigos reales un millón de cosas para el enano, pero seguro que el año que viene no me flipo tanto y estos personajes mágicos viene más comedidos.

De todas formas no le doy todo lo que me pide porque el pobre no me pide nada. Yo compro lo que me da la gana. Habrá que verme cuando me pida los horripilantes "Gormities" o como se llamen esos mosntruos espantosos. Seguro que cederé, pero le va a costar su trabajo convencerme de que se los compre.

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