sábado, 29 de enero de 2011

El día que llevé a Daniel al parque en zapatillas

Soy una madre desastre. Siempre he sido despistada. Una vez entré a casa de mi abuela y me dejé la puerta de la calle abierta. Y otro día llegué a casa de una amiga y ella todavía estaba al teléfono a la espera de mi respuesta de si mi madre me había dado permiso para ir a o no a su casa. Menos mal que mis despistes con Daniel no son sangrantes. A veces se me olvida quitarle la tapita al biberón. Cuando me doy cuenta se la quito y ya está. Menos un día que se fue a la guardería sin desayunar porque no se bebía la leche y resulta que el pobre no podía porque estaba tapado. ¡Qué cargo de conciencia cuando me di cuenta! Otras veces le pongo las zapatillas de estar por casa del revés, pero me suelo dar cuenta enseguida y se las pongo correctamente. Le cambio el pañal y le pongo el pantalón si abrocharle el body... en fin. Cosas sin importancia.

El sábado lo levanté de la cuna como siempre. Se bebió su biberón, que no tenía la tapa puesta. Le vestí estupendamente porque hacía sol y pensaba sacarle de casa en un rato. Y le dejé las zapatillas de estar por casa puestas para que estuviera más cómodo. "Luego se las cambio por las playeras" pensé.

Cuando estuve lista para salir, entre que me vestía yo, cogía todo lo necesario, me peleaba con Daniel para ponerle el abrigo, lo metía en el carrito... ¡Ala! ya está. Por fin de camino al parque.

Una vez allí, saqué al chiquillo de la sillita tan feliz y cuando le salieron los pies del saquito me di cuenta de mi tremendo error. ¡Iba con sus zapatillas! ¡Y la arena del parque estaba bien mojada! ¡Horror! Qué hago, qué hago. Daniel se impacientaba entre mis brazos. Bueno, de perdidos al río. Así que le dejé en el suelo rezando para que no me emporcara demasiado el calzado. Todo en vano porque se estuvo rebozando en la arena tan feliz de la vida. Se lo pasó genial. Pero al final me lo tuve que llevar a casa porque se empapó la ropa en los charquitos.

Le cambié las zapatillas por unas playeras y las lavé a fondo. Las puse en el radiador para que se secaran a tiempo y poder ponérselas depués del baño de la tarde. Menos mal que en el parque no había nadie y no hubo quien se diera cuenta de mi despiste.

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