martes, 26 de abril de 2016

La fiesta del libro y las Mascotas del Corte Inglés en Micrópolix

Cuando les dije a mis hijos que íbamos a ir a Micrópolix saltaron de alegría, pero cuando añadí que era una fiesta de libros y mascotas ya se subieron por las paredes de la emoción. No podían esperar a que llegara el día. Muchas gracias a Madresfera y El Corte Inglés por invitarnos.

Y el día llegó y allí nos clavamos en la puerta antes de la hora. Así que entramos de los primeros. Los peques salieron pitando buscando sus atracciones preferidas, porque es la tercera vez que íbamos y, sobre todo el mayor, ya se lo conocen bastante. Han mejorado muchísimo desde la última vez. Sobre todo la ludoteca de peques.

Cuando nos dieron el programa nos llevamos una gran sorpresa. ¡Si estaba programado el cuento de Galgui! La autora era una de las organizadoras de las jornadas de juegos benéfica Jugando por ellos a las que habíamos asistido el fin de semana pasado. ¡Que casualidad!

Al poco de entrar descubrieron el desafío de la torre y se les iluminaron los ojillos. Un cartel bastante visible nos avisaba que era una atracción para mayores de siete años, pero al ver la ilusión de los peques y teniendo en cuenta que no había nadie... la monitora los dejó pasar bajo nuestra responsabilidad. Se lo pasaron tan bien que, tras formar la palabra secreta con las runas, se volvieron a meter en la torre sin dar tiempo a la monitora a pagarles por su trabajo de arqueólogos.

A pesar de tener sólo seis años, Daniel medía los 125 centímetros que exigían para sacarse el carnet de conducir, así que se metió en la clase teórica mientras yo me llevaba al pequeño a conducir una moto en microcircuito. Antes de llegar nos topamos con el brunch que nos ofrecía El Corte Inglés y paramos a reponer fuerzas.

El chiquillo puso modo aspiradora y engulló tres donuts unos detrás de otro mientras yo disfrutaba de mi bollo y mi café. Estaba deseando sacar a mi vastago de allí antes de que acabar con los donuts, así que en cuanto me terminé mi desayuno lo metí de cabeza en las motos. Se lo pasó bomba dando vueltas al árbol luminoso y desencadenando accidentes múltiples.

Allí nos encontramos con el resto de la familia y volvimos al Brunch para que desayunaran ellos. Mientras los chiquillos hacían estragos en la bandeja de donuts pude saludar a Ely de Mamá de día y de noche, a Paula de Caracol Miricol, a Rocío de Corriendo sin zapatillas y a Mónica de Madresfera, a la que agradecí profundamente la invitación al evento. Me quedé con las ganas de ver a Julia de Bebé a Mordor, con las ganas que tenía de saludarla, pero no coincidimos.

Otra vez los cuatro juntos, tocó ir al avión porque estaban deseando jugar al videojuego de esa actividad, ¡qué raro! Allí nos encontramos al marido de María José Rodríguez, organizadores de Jugando por ellos, con sus hijos. Que ilusión nos hizo volver a verles. Tras jugar al simulador de vuelo, llegamos justo al final de la sesión de cuentacuentos, pero teníamos otra oportunidad de escuchar a María José por la tarde. ¡Menos mal! Daniel enseguida se metió en la historia junto con sus compañeros de juego.

El mayor estaba obsesionad con ir a la central de reciclaje, así que hasta allí nos encaminamos para hacer un test y buscar las pistas diseminadas por toda la ciudad que te llevaban, finalmente a recoger los vidrios para tirar del supermercado. Muy divertido.

Al pasar por la escuela de música los chiquillos vieron una batería que les enamoró, así que esa fue nuestra siguiente parada. Lo que disfrutaron de la clase magistral llena de extraños instrumentos y otros más corrientes como el triángulo. Tras el ruidoso final con todos los niños tocando la batería por turnos llegamos a tiempo a nuestra sesión de lectura de cuentos con perros. Con lo que les gusta a mis chicos los perritos disfrutaron como locos acariciándolos y haciéndoles mimitos sin hacer ni caso a los libros repartidos por la sala.

Ahí nos volvimos a separar, porque Daniel tenía que ir a sacarse el práctico del carnet de conducir y.... conducir, por supuesto. En cambio a Iván le llevé a la ludoteca, que lo volvió loco. Estuvo muchísimo tiempo subiendo y bajando por la estructura de juegos, buceando entre las bolas, tirándose por el enorme tobogan... Luego llegó su hermano y lo mismo. Alucinó con la estructura de juegos. Tras un buen rato de quemar energías, Daniel comenzó a plantearse volver a trabajar, pero Iván no quería ni oír hablar de salir de su paraíso. Así que otra vez separados.

Encima, el más pequeño de la casa había descubierto un rincón lleno de juguetes, con otra piscina de bolas con canasta y mil sorpresas más. Imposible moverle de la ludoteca.

Mientras tanto, el mayor se entrenó para ser bombero y apagó un fuego como un profesional, trabajó de periodista, dobló una peli de dibujos animados, se montó en los quads e intentó resolver el misterio del laberinto de la biblioteca. ¡Casi nada!

Cuando nos reunimos de nuevo fue para comer, pero poca cosa porque los chiquillos no estaban dispuestos a parar la pata. Estaban tan emocionados que sólo pudo convencer a Iván para ir a escuchar el cuenta cuentos de Galgui. Daniel se metió corriendo en el periódico y nos dijo que él se iba a trabajar.

Llegamos cuando la cuenta cuentos de Lata de Sal estaba en mitad de una preciosa historia de celos entre gatos de colores que llegan a la conclusión de que cada uno es maravilloso como es, aunque luego se les olvida jajaja. Gato rojo y gato azul fue un cuento genial.

Después María José nos contó la tierna historia del Galgui, un perro callejero que lo pasa muy mal solo y abandonado, pero que finalmente y tras muchas vicisitudes encuentra a una familia que le quiere, que, al fin y al cabo, es lo más importante. Nos gustó muchísimo y me hice con un ejemplar en cuanto pude. La autora es encantadora. Nos firmó el libro y nos llevó a visitar a la gatita bebé que conocimos en las jornadas benéficas. Todos nos derretíamos de ternura al verla tomarse su biberón. También nos encontramos con Melisa de madre reciente, que es una amante de los animales y una gran mamá (y fan de los juegos de mesa, por cierto).

Tras el cuento tuve que tragarme una cola de una hora para volver al avión porque el peque se había empeñado en que quería volver y quería volver. Así que allí nos fuimos. Nada más entrar, por fin, porque me traía loca... llega el mayor y ¡también se empeña en entrar! Otra vez a esperar. Cuando por fin salieron, nos fuimos a la biblioteca, que los enganchó tanto que tuvimos que repetir. Estaban picados por que no lograban descubrir el misterio de su laberinto. La última vez tuvo que entrar la monitora a sacarlos a rastras.

No faltó hacer la compra en el supermercado, ni pasar por el estudio de televisión, la última actividad antes de que anunciaran el inminente cierre de puertas. Fue un día increíble, maravilloso, pero no faltó algún que otro ataque de nervios por parte de la madre cuando perdí a Daniel entre la multitud o cuando se me escapaba cada uno para un lado y era incapaz de controlarles. Casi me da algo cuando perdí el pasaporte de Iván, pero el guardía de seguridad me tranquilizó enseguida proporcionándome enseguida otro acompañado de 50 eurix. Lo cierto es que la atención en el parque fue de diez. Y la organización del evento impecable.

Nos marchamos a casa agotados, con sonrisas inmensas, un ejemplar firmado de Galgui, comida para Fantasma y un precioso libro de viaje de gatos de la editorial Lata de sal El libro de mis Vacationes.









9 comentarios:

  1. que suerte y que divertido!! El corte Inglés de aquí no hace nada serán ...

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    1. Pues habrá que promover un movimiento viral por twitter o algo así para que se muevan ¡Que es su 75 aniversario!

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  2. q actividad!!!!!!!!!!!!!!!!! Agotada de leer me quedé :D

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    1. Yo acabe muerrrta. Por eso el domingo me arrastré y empecé la semana para el arrastre jajaja
      Pero que nos quiten lo bailao ;)

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    2. Sí, sarna con gusto... no pica :D

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  3. ¿Por qué no existía esto cuando yo era pequeña? Por lo que cuentas, me dan ganas de hacer todas esas cosas chulas hasta ahora, que tengo la infancia muyyy lejos. Jajajaja. Besotes!!!

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    1. Deberían hacer un macrópolix para adultos con simulador de crucero, gymkana spá, cocina gourmet, cata de vinos, el desafío de la torre, castillos hinchables, piscinas de bolas...

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  4. Lo ví, que pena que no pudieramos ir, seguro que lo pasasteis genial, recuerdo cuando fuimos con lo de la cadena de consejos de padres que los peques se lo pasaron pipa.

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    1. Que pena que no pudiste venir ni a esta ni a la del huevo hilado snif snif
      Desde el Bloggers day que no te veo el pelo. Ya estarás a puntito de tener el bebé!!!

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